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dimanche, août 23, 2015

Una etapa que se aleja en el Perú

Esta mañana me hacía la pregunta de si sería posible soñar con un país, el mío, distinto del que desde hace tiempo he cargado como imagen: un país sin la televisión embrutecedora poblada de personajes como befo Ortíz, Magaly Medina, Sandro Mariátegui, Nicolás Lúcar, etc... salir de esa pesadilla que han significado estos años de neoliberalismo religioso, de esa miseria humana de la ganancia inmediata, del ascenso aplastando cabezas, del cinismo y de las prebendas. Dejar de oír gritos, estereotipos, que las frases sean menos ordinarias, que dejen esa vulgaridad del negocio y el mercadeo. Eso, pensaba esta mañana, evocando la candidatura de Verónika Mendoza como la posible candidata del Frente amplio de izquierda. No será nada fácil, se la quiere quemar con el argumento innoble de que Venezuela es una dictadura, pequeños incendios alimentados con frases fáciles,  sumarias y lapidarias que no necesitan verificación. El Perú tiene un antídoto eficaz contra la puesta en duda de un sistema totalmente injusto que ignora a las mayorías siempre invisibles, castiga a las mujeres y persigue a toda aquella persona que se diga "de izquierda". El cóctel molotov es izquierda significa senderista. Desde ahí no existe diálogo posible, veinte años después, esta fórmula ha funcionado como disuasiva e intimidante, todo el mundo persigue. Y se persigue. Y hay, de hecho, una lógica de chivo expiatorio: hay que sacrificar a alguien para que no se diga que tú eres cómplice de una posible senderista, que tú eres una potencial senderista. Es fácil apelar a la cobardía de las personas y a la pasividad: seguir sin hacernos preguntas, mantenernos en un autismo prolongado, ignorar lo que sucede en el mundo entero. Con un 80% de medios en manos de un solo grupo, el de El comercio, la manipulación es inmediata y las campañas de desprestigio bloquea toda iniciativa de diálogo, empobrece la vida pública y sigue haciendo de esos años de Sendero un tema tabú. Si el Perú ya no es el país de antes es porque todo el continente ha cambiado, como está cambiando también Europa desde la aparición de Podemos en España, y de Syriza en Grecia que, aunque no responden a la misma trayectoria tienen que ver con una gran interrogante: ¿qué está pasando en el mundo de capitalismo globalizado? Está pasando que hemos regresado a los niveles de pobreza de antes de la Segunda Guerra mundial en Europa, que la riqueza de 80% del planeta la maneja solo el 6% de la población mundial, que la pobreza, las guerras civiles ocasionadas por las múltiples intervenciones de los países del norte (Libia entre ellas), y el problema climático, cada vez más acentuado, están produciendo un éxodo acelerado, una crisis humanitaria sin nombre, que la "crisis de civilización" es un desconcierto general de no saber a qué valores adherir, que la indiferencia y la desesperanza son generales. Con todo lo que está pasando en Francia, que es donde vivo, adivino tiempos oscuros que pueden terminar en un choc violento de culturas, en guerras absurdas y sangrientas. El panorama es angustiante. Entonces, aunque una buena parte del mundo advierta que,  de no asumir que el mundo globalizado ha producido una exportación de fanatismos pero que también puede exportar reflexión y diálogo, es como si hubiésemos decidido  seguir viviendo como un país a la deriva, fuera de época. Sé que la presión de los sectores reaccionarios, que han vivido esta "primavera económica" basada en la especulación y el subempleo,  que amenaza el sistema ecológico de una parte del país a raíz de la minería a quien se ha entregado todo a ciegas, es enorme, no desean abandonar la mina de oro tan fácil primero cobrarán por hacerlo, exigirán un chivo expiatorio, casi seguro. No puedo creer que una o un candidato a la presidencia del Perú, se pueda permitir no hablar del tema ambiental y de la calidad de vida de millones de peruanos y peruanas, que no se hable del aborto, prioridad número uno, de las reinvidaciones de una diversidad sexual y religiosa, que sigamos en el siglo XIX.
LO más impresionante de todo esto es que bastó que la candidata, aun no es la representante del Frente amplio, faltan las primarias, dijese que reconocía "ciertos logros en Venezuela" para que a lancen a la cacería la horda de primitivos, los ataques clásicos, los clichés de la república bananera. Nada les hace poner en duda la estereotipada imagen del país vecino que sí, de hecho ha avanzado mucho en materia de educación, salud o participación ciudadana, pero que enfrenta una guerra económica cruenta ,y  sostenida, desde hace varios años, además de afrontar el precio de la caída del petróleo. Venezuela ha resistido ataques feroces de la internacional reaccionaria, es castigada por haber osado oponerse a la hegemonía política y la dictaduda del capital, por haber pensado sola. En ese sentido su imagen se me aparece como una mujer que sale del redil. Que hayan errores, es algo comprensible, el desafío es alto y encarna lo que ahora Grecia, convertida en un protectorado por estar en quiebra, es el ejemplo más cruel, quien no se suma a esta doxa brutal del neoliberalismo en el capital, cae.
No pasa nada si un desfile de premios nobeles advierten de peligro de las políticas de austeridad a lo FMI, del desplome del capitalismo financiero, todo se silencia bajo amenaza y el Perú (o una parte de la elite) no conoce a Krugman (http://elpais.com/autor/paul_krugman/a/), a Stilglitz (http://elpais.com/autor/joseph_e._stiglitz/a/)ni a Pickety, en todo caso, en este sentido funciona bien la censura, se sabe en cambio que hay escasez de alimentos en Venezuela, que en México se vive "muy bien", aunque sea sobre muertos, y que la maravilla del neoliberalismo sigue produciendo riqueza en el resto del mundo, no hay crisis en Occidente, todo anda bien, no hay problemas políticos en Europa, no hubo la masacre del diario Charlie, no hay atentados, ni hay miedo, desconfianza, extrema derecha, etc... Al menos, eso se puede leer en la prensa adicta al dinero, la que promueve toda la brutalidad del sistema que hace que todo se venda, se corrompa, y luego se destruya, los programas de realismo trágico al granel.

De paso, miraba ayer el programa de Jaime Bayly que se transmite desde Miami... para llorar...

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