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dimanche, août 23, 2015

Una etapa que se aleja en el Perú

Esta mañana me hacía la pregunta de si sería posible soñar con un país, el mío, distinto del que desde hace tiempo he cargado como imagen: un país sin la televisión embrutecedora poblada de personajes como befo Ortíz, Magaly Medina, Sandro Mariátegui, Nicolás Lúcar, etc... salir de esa pesadilla que han significado estos años de neoliberalismo religioso, de esa miseria humana de la ganancia inmediata, del ascenso aplastando cabezas, del cinismo y de las prebendas. Dejar de oír gritos, estereotipos, que las frases sean menos ordinarias, que dejen esa vulgaridad del negocio y el mercadeo. Eso, pensaba esta mañana, evocando la candidatura de Verónika Mendoza como la posible candidata del Frente amplio de izquierda. No será nada fácil, se la quiere quemar con el argumento innoble de que Venezuela es una dictadura, pequeños incendios alimentados con frases fáciles,  sumarias y lapidarias que no necesitan verificación. El Perú tiene un antídoto eficaz contra la puesta en duda de un sistema totalmente injusto que ignora a las mayorías siempre invisibles, castiga a las mujeres y persigue a toda aquella persona que se diga "de izquierda". El cóctel molotov es izquierda significa senderista. Desde ahí no existe diálogo posible, veinte años después, esta fórmula ha funcionado como disuasiva e intimidante, todo el mundo persigue. Y se persigue. Y hay, de hecho, una lógica de chivo expiatorio: hay que sacrificar a alguien para que no se diga que tú eres cómplice de una posible senderista, que tú eres una potencial senderista. Es fácil apelar a la cobardía de las personas y a la pasividad: seguir sin hacernos preguntas, mantenernos en un autismo prolongado, ignorar lo que sucede en el mundo entero. Con un 80% de medios en manos de un solo grupo, el de El comercio, la manipulación es inmediata y las campañas de desprestigio bloquea toda iniciativa de diálogo, empobrece la vida pública y sigue haciendo de esos años de Sendero un tema tabú. Si el Perú ya no es el país de antes es porque todo el continente ha cambiado, como está cambiando también Europa desde la aparición de Podemos en España, y de Syriza en Grecia que, aunque no responden a la misma trayectoria tienen que ver con una gran interrogante: ¿qué está pasando en el mundo de capitalismo globalizado? Está pasando que hemos regresado a los niveles de pobreza de antes de la Segunda Guerra mundial en Europa, que la riqueza de 80% del planeta la maneja solo el 6% de la población mundial, que la pobreza, las guerras civiles ocasionadas por las múltiples intervenciones de los países del norte (Libia entre ellas), y el problema climático, cada vez más acentuado, están produciendo un éxodo acelerado, una crisis humanitaria sin nombre, que la "crisis de civilización" es un desconcierto general de no saber a qué valores adherir, que la indiferencia y la desesperanza son generales. Con todo lo que está pasando en Francia, que es donde vivo, adivino tiempos oscuros que pueden terminar en un choc violento de culturas, en guerras absurdas y sangrientas. El panorama es angustiante. Entonces, aunque una buena parte del mundo advierta que,  de no asumir que el mundo globalizado ha producido una exportación de fanatismos pero que también puede exportar reflexión y diálogo, es como si hubiésemos decidido  seguir viviendo como un país a la deriva, fuera de época. Sé que la presión de los sectores reaccionarios, que han vivido esta "primavera económica" basada en la especulación y el subempleo,  que amenaza el sistema ecológico de una parte del país a raíz de la minería a quien se ha entregado todo a ciegas, es enorme, no desean abandonar la mina de oro tan fácil primero cobrarán por hacerlo, exigirán un chivo expiatorio, casi seguro. No puedo creer que una o un candidato a la presidencia del Perú, se pueda permitir no hablar del tema ambiental y de la calidad de vida de millones de peruanos y peruanas, que no se hable del aborto, prioridad número uno, de las reinvidaciones de una diversidad sexual y religiosa, que sigamos en el siglo XIX.
LO más impresionante de todo esto es que bastó que la candidata, aun no es la representante del Frente amplio, faltan las primarias, dijese que reconocía "ciertos logros en Venezuela" para que a lancen a la cacería la horda de primitivos, los ataques clásicos, los clichés de la república bananera. Nada les hace poner en duda la estereotipada imagen del país vecino que sí, de hecho ha avanzado mucho en materia de educación, salud o participación ciudadana, pero que enfrenta una guerra económica cruenta ,y  sostenida, desde hace varios años, además de afrontar el precio de la caída del petróleo. Venezuela ha resistido ataques feroces de la internacional reaccionaria, es castigada por haber osado oponerse a la hegemonía política y la dictaduda del capital, por haber pensado sola. En ese sentido su imagen se me aparece como una mujer que sale del redil. Que hayan errores, es algo comprensible, el desafío es alto y encarna lo que ahora Grecia, convertida en un protectorado por estar en quiebra, es el ejemplo más cruel, quien no se suma a esta doxa brutal del neoliberalismo en el capital, cae.
No pasa nada si un desfile de premios nobeles advierten de peligro de las políticas de austeridad a lo FMI, del desplome del capitalismo financiero, todo se silencia bajo amenaza y el Perú (o una parte de la elite) no conoce a Krugman (http://elpais.com/autor/paul_krugman/a/), a Stilglitz (http://elpais.com/autor/joseph_e._stiglitz/a/)ni a Pickety, en todo caso, en este sentido funciona bien la censura, se sabe en cambio que hay escasez de alimentos en Venezuela, que en México se vive "muy bien", aunque sea sobre muertos, y que la maravilla del neoliberalismo sigue produciendo riqueza en el resto del mundo, no hay crisis en Occidente, todo anda bien, no hay problemas políticos en Europa, no hubo la masacre del diario Charlie, no hay atentados, ni hay miedo, desconfianza, extrema derecha, etc... Al menos, eso se puede leer en la prensa adicta al dinero, la que promueve toda la brutalidad del sistema que hace que todo se venda, se corrompa, y luego se destruya, los programas de realismo trágico al granel.

De paso, miraba ayer el programa de Jaime Bayly que se transmite desde Miami... para llorar...

dimanche, août 16, 2015

el lenguaje que se aleja

por fin, vuelvo a escribir. No es que no lo haga mentalmente, a veces repaso frases, me digo, debo ponerlas por escrito, pero la vida me gana. Las ganas de seguir leyendo, mirando, oyendo. De todas maneras estoy convencida de que los tiempos han cambiado. No hay manera de que leamos de la misma manera y de que comprendamos de la misma manera. El mundo se ha vuelto plano, plano, podemos atravesar países, ver gente, oírlos hablar, creer que conocemos todo y sin embargo estamos solas, tan solas. A ves es un sentimiento cósmico, tanto como una soledad moral.  Al final entre todas las personas que vivimos en este planeta, hay pocas diferencias, la susbsistencia es la misma, estamos confrontadoAs a las  mismas cosas, los mismos miedos, las mismas necesidades, lo que cambia es la manera como hacemos frente a todo lo que una vida exige. Entonces, los libros ¿qué sucederá con ellos? Me pregunto si cuando los discos en vinilo desaparecieron nos hicimos la pregunta. Tendrá el mismo soporte, ¿la gente seguirá leyendo impreso? Lo primero que se me ocurre es que es un gasto de papel inútil en muchos casos, verdaderos libros, hay pocos. Cuánta energía se pierde en imprimir libros que nadie leerá!! Nadie entiende que la escritura, y la lectura, están retrocediendo frente a la dominación de la imagen y la vida utilitaria de los tiempos modernos: nadie necesita leer tanto para hacer cosas en la vida, es suficiente con mirar en Internet. Si los libros antes descubrían un país, un territorio, ahora solo revelan cosas que la mayoría de gente ya vio antes, sobre todo los jóvenes. pese a todo no pierdo la confianza cuando leo un libro pensando en que voy a encontrar alguna frase que me aliente, pero, ni siquiera eso a veces es capaz de hacer que llegue hasta el final, y no sé si es la edad, que ya leí bastantes libros, que los clásicos contienen una buena parte de lo que los libros actuales intentan mostrar, no sé, pero me invade la sensación de "deja vu". Encima creo que nuestros mensajes, nuestros textos escritos con sangre,  se pierden en una infinidad de mensajes. La democracia se ha vuelto verdaderamente igualitaria en Internet, pero, eso aparentemente. Es un poco como el fenómenos Ikea, compramos muebles de buen diseño, "bonitos", pero de materiales baratos, no durables. ¿ No sucede un poco eso con los libros?, compramos entretenimiento, pasar el rato, nada durable, nada que baje al corazón, todo se quedas flotando en la superficie. Me explico mejor: si antes nuestra importancia estaba legitimada por una legalidad que se hacía desde la supuesta autoridad, ahora todo el mundo puede publicar y editar libros, blogs, textos en general. Lo que antes pertenecía a la elite es ahora de todo el mundo. Sucede con la fotografía, todo el mundo saca fotos, dentro de poco decir "soy fotógrafoA" será ridículo, salvo si realmente hay una mirada extraordinaria, y ni siquiera. Todo tiene valor contante en nuestra aldea globalizada. Pero también, nuestra mirada se ha ensanchado y ha destruido ciertas categorías estéticas. Se acabó la dominación. Una persona que escribe y no ve esto, o es ciega, o no quiere ver lo que está sucediendo, escribir ya no es extraordinario, lo que es extraordinario ese seguir haciéndolo pese  a todo lo que sabemos. Persistirán y sobrevivirán aquellas personas que estén en capacidad de apartarse del grupo, de no pensar tanto en comunicar sino en volar, en la poesía más que en la analogía con la realidad. En suma, que es muy complicado saber qué va a pasar. Salvo si lo imprevisto se impone, que el libro sea el valor refugio que siempre ha sido, que sea de nuevo ventanas abiertas y no mera reproducción, que sea selva y no desierto del alma... Por lo pronto, seguimos aquí, al pie del cañón, esperando que alguien, una sola persona, entienda lo que estás diciendo. No lo sé... el mundo se ha vuelto prosaico, banal y caprichoso.

mardi, août 04, 2015

Alain Badiou: La mundialización del capitalismo es un problema patológico




Definitivamente polémico, Alain Badiou (Marruecos 1937), no ha dejado de nadar en las aguas de la actualidad. Desde su militancia  en la Unión comunista de Francia marxista leninista, junto a lingüistas como Jean Claude Milner y el lacaniano Gérard Miller, nunca ha renegado de su genealogía calificando los ataques contra su persona de “libelos de propaganda”. Discípulo de Louis Althuser, su teoría del sujeto, expuesta en su libro más conocido, El ser y el acontecimiento,  sostiene que las matemáticas son la verdadera ontología. Como filósofo ha analizado temas diversos como el nazismo y el rol de la mujer en la filosofía, incluso el tema  del amor (Elogio del amor)en esta época de “democracia en tanto que instrumento del capitalismo”, así como la crisis de la democracia representativa en Francia. Aquí, en entrevista exclusiva.

1.-  En su último libro, A la búsqueda de lo real perdido (Fayard 2015),  usted dice que hemos llegado no al final de la historia como pronosticó Fukuyama, sino más bien a la convicción de que el capitalismo es el único sistema que puede gobernar el mundo. ¿Hay, desde ese punto de vista, una visión pesimista del futuro?

AB: Pienso que la “otra vía” , la otra orientación, ha sufrido un fracaso histórico y que la tentativa de organizar  la economía sobre bases colectivistas y nacionalizar el sector privado dio como resultado construcciones como la el Estado soviético y la China que se vinieron abajo. Es el principal argumento del capitalismo que hoy en día nos repite sin cesar:  ya ven, esto nos ha conducido a cosas terribles. Y han logrado convencer. Es como si nos encontrásemos en pleno siglo XIX, es decir, en una época en la que podemos imaginar otra vía, podemos proponerla, pero a escala mundial carece de imagen concreta. Nadie se la imagina. Si antes estábamos entre “dos mundos”, durante el  periodo de la “guerra fría”,  ahora estamos en un mundo unificado, unificado por el mercado mundial. Esta unidad no la tomo como definitiva, no es el final de la historia, pero es un estado intermedio en el que habrá que reconstruir otra alternativa, otra orientación como lo hicieron los militantes y pensadores del siglo XIX. Es un proyecto en construcción.

¿Es una crisis de civilización como se está diciendo?

AB: Yo creo sí que  hay una crisis de civilización porque la mundialización capitalista es un problema patológico, ¿como ha sido posible llegar hasta allí? Usted, seguro que se hace la pregunta sobre cómo es posible que haya tanta resignación ante un tal consenso.

¿Es así en todas partes, se dice que en cierta América latina se le resiste?

AB: No se puede decir que la AL haya propuesto realmente algo nuevo por el momento. Yo diría que el poder electoral de ciertas propuestas no tiene aun mucha solidez, puede ser reemplazado por otro a  través de las elecciones, por lo tanto es frágil. Nosotros también conocimos lo mismo con Mitterrand,  quien nacionalizó bancos y empresas, hizo algunas innovaciones, pero no fue realmente “otra vía” sino reformas positivas e interesantes dentro del mismo sistema financiero. Bolivia, Venezuela, son experiencias inciertas porque no tienen garantía y hay mucha presión interior y exterior…

¿Podría ser que en muchos países no se pueda renunciar a la idea del crecimiento ilimitado, tan propia a la modernidad, aunque esta sea el centro de la crítica actual de un sector intelectual al haberse convertido también en catástrofe ecológica?

AB: Hay una “tercera vía” que no significa regresar a la tradición anterior (la religión es una de ellas) que, por el momento domina el mundo árabe y, muchas  veces, de manera violenta. Mientras tanto la modernidad está sobre todo bajo el dominio del capitalismo occidental. En todas partes del mundo hay búsquedas de otras vías, y, justamente me he dado cuenta de que en AL hace tiempo que se está buscando, y se busca,  una manera de separarse de la modernidad occidental sin rehacer la tradición.  Un ejemplo es la manera cómo gobierna Evo Morales, los derechos de la tierra inscritos en la constitución, etc… Es lo que estamos haciendo un poco todos los que no queremos completamente ni la modernidad occidental ni la restauración de la tradición. Es esa la crisis de civilización, y es una crisis positiva. Quiero decir, que vamos a encontrar cosas nuevas.  El conflicto ahora mismo, la guerra incluso, es entre tradicionalistas y modernidad occidental.

Pero ¿en aquellos países que carecen, o donde no se ha respetado tradición, no es un pasaje obligado?

AB: Por supuesto que no me opongo a ese tipo de búsqueda en aquellos lugares donde ha sido aplastada o dominada por ese “deseo de Occidente”, como lo llamo yo. Entonces me parece justificado aunque me muestre a veces escéptico. Si queremos reunir a las masas populares que han estado por mucho tiempo marginadas, entiendo que se apoyen en parte en la tradición, lo entiendo perfectamente. Concretamente en América Latina, e incluso en África, es lo que está pasando.  Pienso que es una etapa, porque en algún momento aunque se produzca un retorno a las tradiciones oprimidas, se tendrá que inventar una nueva modernidad…

¿Menos eurocéntrica?

AB: Seguro que va a ser así. Ya vemos Francia ha sido una gran potencia imperial             que se opaca.

¿Por qué no quiere dejar de ser imperial?

AB: Tenemos que inventarse una nueva cultura política y eso cuesta. No hay que olvidar que parte de su brillo como país ha sido la Revolución francesa…

¿Qué impide que se renueve?

AB: No es que esté impedida o sea incapaz, es que hay una crisis simbólica, cultural e ideológica a escala planetaria. Sobre todo en Francia al haber sido una gran potencia cultural, cosa que hace más evidente el hecho de haberse alineado con la modernidad imperante, la americanización y la ley del mercado. Pues hay que salir de ahí.

¿A propósito de crisis simbólica, no hay una narración que se ha roto, una narración desde el punto de vista histórico, como si no pudiésemos entender qué está sucediendo?

AB: yo creo que podemos seguir escribiendo la historia como la hemos entendido siempre, con un hilo causal: la historia de nuestro tiempo es la de la hegemonía del capitalismo globalizado. Describir el mundo según sus propias leyes de funcionamiento es todavía posible. Mientras que antes había dos orientaciones, y que la comunista era problemática, puesto que abortó, nunca antes las categorías han estado tan delineadas. Por ejemplo, cuando Marx hablaba del mercado mundial, no era nada comparando con lo que es ahora. Cuando Marx hablaba del enfrentamiento de los grandes grupos industriales, comerciales o bancarios, esto era ínfimo comparado con lo que es ahora. Sobre todo la concentración del capital. Hoy sabemos que 1% de la población mundial posee la mitad de recursos disponibles.

¿Es posible que sea todo tan claro, tan predecible?

AB: A mí me da la impresión que se le hace “una trampa a la razón”, es decir, culpabilizar a otros de lo que nos sucede, a los árabes, a los extranjeros, hay mucha superstición y no impera la razón.

¿Qué piensa de esa Francia “zombi” que describe Emmanuel Todd en su libro ¿Quién es Charlie? Donde analiza el perfil de quienes manifestaron después de los atentados  del semanario y el mercado Kocher, esa Francia xenófoba que rechaza y tiene miedo del Islam?

AB: Simpatizo con Todd en lo que se refiere a la manipulación e instrumentalización política del drama que se vivió, aunque discrepo cuando trata explicar la modernidad apoyándose en la tradición. El piensa que la tradición una vez muerta, es decir, la católica, es todavía lo que determina los comportamientos y  las conciencias de las personas. En parte es verdad, hay una burguesía católica en Francia que no confía en otra cosa que no sea el capitalismo y que se rige aun por las categorías morales tradicionales, lo hemos visto con las manifestaciones contra el matrimonio igualitario, que son manifestaciones de adhesión a la tradición religiosa. Sin embargo, por otro lado, es evidente que piensan que están en la modernidad y se produce una aceptación del orden establecido, de este capitalismo global convencidos que nada puede cambiar. Hay pasividad y resignación.

¿Cómo se explicaría esa pasividad?

AB: Hay una cuestión utilitaria. La propaganda de los objetos es la propaganda del sistema global. Pero hay formas de resistir, la poesía, el arte.

¿No es algo que se está quedando caduco?

AB: La gente lee ahora es más que en el siglo XVIII o XIX, donde era un hecho restringido a las clases dominantes.

¿Usted cree que aun se sueña con el futuro?

AB: tenemos pesadillas, sí. Sobre la destrucción del mundo. Eso es lo que vende.  Todos los  grandes estados piensan en su poderío militar, mucha gente se inquieta del armamentismo de la China y la americana consagra enormes cantidades a mantenerla. Ese es un factor importante en las relaciones internacionales. Y es utilizada para disputarse la hegemonía sobre África, a la manera una rivalidad imperialista.  Todo eso por los diamantes o el petróleo. No podemos entender el capitalismo globalizado sin entender la categoría del imperialismo, es decir la categoría de intervención y dominación violenta en ciertos territorios. Lo vemos todos los días.

¿Qué queda del sujeto independiente?

AB: creo que efectivamente si admitimos que hay una relación  entre el individuo que deseamos ser y la realidad, hay un debilitamiento de la subjetividad. Hay que distinguir entre individuo y sujeto. Individuo son los animales que hablan, pero sujeto es otra cosa, es aquel que decide.  El sicoanálisis está fundado sobre ciertas formas de sublimación de los intereses inmediatos y, si solo nos movemos por intereses egoístas,  lo que rige el mundo simbólico no puede asumir ningún pacto colectivo y razonable. Freud, en su libro “Malestar en la civilización” sabía que la sociedad mercantil e imperial representaría un problema para la civilización.  Es lo que está sucediendo.


@Patricia de Souza





se apoyen en parte en la traducie se apoyen en parte en la traduci muco tiempo marginadas, lo entiendo ni la restauracividual e  la tra



vAlain Badiou: La mundialización del capitalismo es un problema patológico



Definitivamente polémico, Alain Badiou (Marruecos 1937), no ha dejado de nadar en las aguas de la actualidad. Desde su militancia  en la Unión comunista de Francia marxista leninista, junto a lingüistas como Jean Claude Milner y el lacaniano Gérard Miller, nunca ha renegado de su genealogía calificando los ataques contra su persona de “libelos de propaganda”. Discípulo de Louis Althuser, su teoría del sujeto, expuesta en su libro más conocido, El ser y el acontecimiento,  sostiene que las matemáticas son la verdadera ontología. Como filósofo ha analizado temas diversos como el nazismo y el rol de la mujer en la filosofía, incluso el tema  del amor (Elogio del amor)en esta época de “democracia en tanto que instrumento del capitalismo”, así como la crisis de la democracia representativa en Francia. Aquí, en entrevista exclusiva.

1.-  En su último libro, A la búsqueda de lo real perdido (Fayard 2015),  usted dice que hemos llegado no al final de la historia como pronosticó Fukuyama, sino más bien a la convicción de que el capitalismo es el único sistema que puede gobernar el mundo. ¿Hay, desde ese punto de vista, una visión pesimista del futuro?

AB: Pienso que la “otra vía” , la otra orientación, ha sufrido un fracaso histórico y que la tentativa de organizar  la economía sobre bases colectivistas y nacionalizar el sector privado dio como resultado construcciones como la el Estado soviético y la China que se vinieron abajo. Es el principal argumento del capitalismo que hoy en día nos repite sin cesar:  ya ven, esto nos ha conducido a cosas terribles. Y han logrado convencer. Es como si nos encontrásemos en pleno siglo XIX, es decir, en una época en la que podemos imaginar otra vía, podemos proponerla, pero a escala mundial carece de imagen concreta. Nadie se la imagina. Si antes estábamos entre “dos mundos”, durante el  periodo de la “guerra fría”,  ahora estamos en un mundo unificado, unificado por el mercado mundial. Esta unidad no la tomo como definitiva, no es el final de la historia, pero es un estado intermedio en el que habrá que reconstruir otra alternativa, otra orientación como lo hicieron los militantes y pensadores del siglo XIX. Es un proyecto en construcción.

¿Es una crisis de civilización como se está diciendo?

AB: Yo creo sí que  hay una crisis de civilización porque la mundialización capitalista es un problema patológico, ¿como ha sido posible llegar hasta allí? Usted, seguro que se hace la pregunta sobre cómo es posible que haya tanta resignación ante un tal consenso.

¿Es así en todas partes, se dice que en cierta América latina se le resiste?

AB: No se puede decir que la AL haya propuesto realmente algo nuevo por el momento. Yo diría que el poder electoral de ciertas propuestas no tiene aun mucha solidez, puede ser reemplazado por otro a  través de las elecciones, por lo tanto es frágil. Nosotros también conocimos lo mismo con Mitterrand,  quien nacionalizó bancos y empresas, hizo algunas innovaciones, pero no fue realmente “otra vía” sino reformas positivas e interesantes dentro del mismo sistema financiero. Bolivia, Venezuela, son experiencias inciertas porque no tienen garantía y hay mucha presión interior y exterior…

¿Podría ser que en muchos países no se pueda renunciar a la idea del crecimiento ilimitado, tan propia a la modernidad, aunque esta sea el centro de la crítica actual de un sector intelectual al haberse convertido también en catástrofe ecológica?

AB: Hay una “tercera vía” que no significa regresar a la tradición anterior (la religión es una de ellas) que, por el momento domina el mundo árabe y, muchas  veces, de manera violenta. Mientras tanto la modernidad está sobre todo bajo el dominio del capitalismo occidental. En todas partes del mundo hay búsquedas de otras vías, y, justamente me he dado cuenta de que en AL hace tiempo que se está buscando, y se busca,  una manera de separarse de la modernidad occidental sin rehacer la tradición.  Un ejemplo es la manera cómo gobierna Evo Morales, los derechos de la tierra inscritos en la constitución, etc… Es lo que estamos haciendo un poco todos los que no queremos completamente ni la modernidad occidental ni la restauración de la tradición. Es esa la crisis de civilización, y es una crisis positiva. Quiero decir, que vamos a encontrar cosas nuevas.  El conflicto ahora mismo, la guerra incluso, es entre tradicionalistas y modernidad occidental.

Pero ¿en aquellos países que carecen, o donde no se ha respetado tradición, no es un pasaje obligado?

AB: Por supuesto que no me opongo a ese tipo de búsqueda en aquellos lugares donde ha sido aplastada o dominada por ese “deseo de Occidente”, como lo llamo yo. Entonces me parece justificado aunque me muestre a veces escéptico. Si queremos reunir a las masas populares que han estado por mucho tiempo marginadas, entiendo que se apoyen en parte en la tradición, lo entiendo perfectamente. Concretamente en América Latina, e incluso en África, es lo que está pasando.  Pienso que es una etapa, porque en algún momento aunque se produzca un retorno a las tradiciones oprimidas, se tendrá que inventar una nueva modernidad…

¿Menos eurocéntrica?

AB: Seguro que va a ser así. Ya vemos Francia ha sido una gran potencia imperial             que se opaca.

¿Por qué no quiere dejar de ser imperial?

AB: Tenemos que inventarse una nueva cultura política y eso cuesta. No hay que olvidar que parte de su brillo como país ha sido la Revolución francesa…

¿Qué impide que se renueve?

AB: No es que esté impedida o sea incapaz, es que hay una crisis simbólica, cultural e ideológica a escala planetaria. Sobre todo en Francia al haber sido una gran potencia cultural, cosa que hace más evidente el hecho de haberse alineado con la modernidad imperante, la americanización y la ley del mercado. Pues hay que salir de ahí.

¿A propósito de crisis simbólica, no hay una narración que se ha roto, una narración desde el punto de vista histórico, como si no pudiésemos entender qué está sucediendo?

AB: yo creo que podemos seguir escribiendo la historia como la hemos entendido siempre, con un hilo causal: la historia de nuestro tiempo es la de la hegemonía del capitalismo globalizado. Describir el mundo según sus propias leyes de funcionamiento es todavía posible. Mientras que antes había dos orientaciones, y que la comunista era problemática, puesto que abortó, nunca antes las categorías han estado tan delineadas. Por ejemplo, cuando Marx hablaba del mercado mundial, no era nada comparando con lo que es ahora. Cuando Marx hablaba del enfrentamiento de los grandes grupos industriales, comerciales o bancarios, esto era ínfimo comparado con lo que es ahora. Sobre todo la concentración del capital. Hoy sabemos que 1% de la población mundial posee la mitad de recursos disponibles.

¿Es posible que sea todo tan claro, tan predecible?

AB: A mí me da la impresión que se le hace “una trampa a la razón”, es decir, culpabilizar a otros de lo que nos sucede, a los árabes, a los extranjeros, hay mucha superstición y no impera la razón.

¿Qué piensa de esa Francia “zombi” que describe Emmanuel Todd en su libro ¿Quién es Charlie? Donde analiza el perfil de quienes manifestaron después de los atentados  del semanario y el mercado Kocher, esa Francia xenófoba que rechaza y tiene miedo del Islam?

AB: Simpatizo con Todd en lo que se refiere a la manipulación e instrumentalización política del drama que se vivió, aunque discrepo cuando trata explicar la modernidad apoyándose en la tradición. El piensa que la tradición una vez muerta, es decir, la católica, es todavía lo que determina los comportamientos y  las conciencias de las personas. En parte es verdad, hay una burguesía católica en Francia que no confía en otra cosa que no sea el capitalismo y que se rige aun por las categorías morales tradicionales, lo hemos visto con las manifestaciones contra el matrimonio igualitario, que son manifestaciones de adhesión a la tradición religiosa. Sin embargo, por otro lado, es evidente que piensan que están en la modernidad y se produce una aceptación del orden establecido, de este capitalismo global convencidos que nada puede cambiar. Hay pasividad y resignación.

¿Cómo se explicaría esa pasividad?

AB: Hay una cuestión utilitaria. La propaganda de los objetos es la propaganda del sistema global. Pero hay formas de resistir, la poesía, el arte.

¿No es algo que se está quedando caduco?

AB: La gente lee ahora es más que en el siglo XVIII o XIX, donde era un hecho restringido a las clases dominantes.

¿Usted cree que aun se sueña con el futuro?

AB: tenemos pesadillas, sí. Sobre la destrucción del mundo. Eso es lo que vende.  Todos los  grandes estados piensan en su poderío militar, mucha gente se inquieta del armamentismo de la China y la americana consagra enormes cantidades a mantenerla. Ese es un factor importante en las relaciones internacionales. Y es utilizada para disputarse la hegemonía sobre África, a la manera una rivalidad imperialista.  Todo eso por los diamantes o el petróleo. No podemos entender el capitalismo globalizado sin entender la categoría del imperialismo, es decir la categoría de intervención y dominación violenta en ciertos territorios. Lo vemos todos los días.

¿Qué queda del sujeto independiente?

AB: creo que efectivamente si admitimos que hay una relación  entre el individuo que deseamos ser y la realidad, hay un debilitamiento de la subjetividad. Hay que distinguir entre individuo y sujeto. Individuo son los animales que hablan, pero sujeto es otra cosa, es aquel que decide.  El sicoanálisis está fundado sobre ciertas formas de sublimación de los intereses inmediatos y, si solo nos movemos por intereses egoístas,  lo que rige el mundo simbólico no puede asumir ningún pacto colectivo y razonable. Freud, en su libro “Malestar en la civilización” sabía que la sociedad mercantil e imperial representaría un problema para la civilización.  Es lo que está sucediendo.


@Patricia de Souza





se apoyen en parte en la traducie se apoyen en parte en la traduci muco tiempo marginadas, lo entiendo ni la restauracividual e  la tra