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mardi, octobre 21, 2014

El paréntesis Gutemberg, el fin de la novela

Hace días que vengo buscando las palabras para describir un malestar que me persigue: la sensación de estar haciendo una trabajo inútil, o peor, de estar hablando sola. No es que se trate solamente de falta de lectores, es que lo que haces, escribir, imaginar, lo reconoce cada vez menos gente, parece una tara, un problema de adaptación al mundo. Y lo es. He venido constatando, desde mi llegada a Francia que la economía cultural, como la llaman algunos optimistas del mercado significa venderse por poco, convertirse en mercancía y aprender los gajes y el cinismo de una época que pone precio a todo, incluso al alma o a la vida interior. Entiendo perfectamente a  Patrick Modiano cuando decía que "no entendía por qué le daban el Nobel", porque los premios no tienen nada que ver con el trabajo solitario, sobreviviente y absoluto que es escribir. Ahora, la contradicción surge y es normal que la gente piense: si es solitario e intransitivo, entonces por qué se quejan de lectores? Es intransitivo en el sentido de que nadie lo puede hacer en tu lugar, en que solo tú puedes encontrar el hilo conductor de ese laberinto del lenguaje, que solo una persona obsesiva puede pasarse horas escribiendo, tratando de dar sentido y porque escribir, es darle un sentido nuevo a las cosas. Lo que es esencial, se escribe para los demás, es casi un don, aunque suene absurdo. Pero, en una sociedad homogénea, con los mismos dogmas y paradigmas, qué puede significar trabajar justamente con eso: con las representaciones más chatas y aburridas de nuestra prole humana.

El paréntesis Gutemberg


Un día un amigo me anunció alegremente que alguien tenía una teoría de que lo del libro impreso, y lo de la lectura, había sido un paréntesis en la historia de la humanidad. Y puede que tenga sentido, primero, los libros nos viene a nosotroas, del continenete americano, de Occidente y de la cultura judeocristiana de la que somos herederoas. Nuestras culturas han sido orales ¿por qué tendría que dominar siempre la cultura escrita y leída? Lo otro es que la forma de aprender, conocer, está cambiando. La gente no dispone de tiempo y su manera de leer (y de pensar) es fragmentada. Además si somos honestas la literatura se ha ido alejando de los problemas sociales que aquejan a la mayoría de la gente, lo mismo que la política se convirtió en una tecnocracia ay que ahora se reclama "del pueblo" y para el pueblo, una democracia en suma. Sobre la literatura nunca dejó de ser una actividad de burgueses y dirigida a burgueses (Barthes dixit) pero  que sin embargo es un arma importante, es un arma porque puede erosionar las formas de pensar e imaginar, que es ahí donde está el problema, el problema de cómo nos representamos, imaginamos a los demás en la cabeza y qué posibilidades tenemos todavía loAs marginales de la historia (mujeres, pobres, poblaciones desplazadas) de representarnos el mundo de otra manera. Y es política porque en el instante mismo en que decidimos un lenguaje (que no se identifique con  ninguna clase social, en mi caso es todavía más delicado porque me rehuso a la dominación de los nombres masculinos) es una forma de asumir una posición en el mundo. Ahora, cada vez me digo que por qué tendría que interesar lo que yo pienso más que lo que piensa cualquier persona del planeta. ¿De dónde se saca tanta vanidad para atreverse a pensar que somos importantes? Esa idea me acosa, la única respuesta es la que le di en algún momento: porque si no escribo, me muero. Aunque no me muera, pero moriría de no escribir. Y por que el silencio me suena a mordaza. Sin embargo siento la mordaza, siento que la vida te obliga a hacer concesiones, a integrar este sistema, y siento el gusto amargo de la falta de libertad. Tengo que trabajar en otra cosa porque aunque las personas deseen no pueden leer. La otra tarde hablaba con mi fisioterapeuta, le dije que al final de la reeducación de la rodilla le regalaría un libro, me contestó: no tengo tiempo para leer, eso es para intelectuales. Es decir, me decía, usted pertenece a una casta. Y no soy parte de ella. Creo que tuve un black out y una gran desazón. La literatura es un fenómeno casi anacrónico en nuestros días si no una diversión, no una inmersión en el yo de nadie.

La desorientación que hay en Francia "La república de las letras", es la misma que se vive en otras partes del mundo, el paradigma moderno, romántico de la literatura como parte integral del mundo (esa idea hegeliana de la realización en la razón), como su épica, está quedando rezagada, la épica son los juegos de video, las películas de acción, los dispositivos de internet y toda la parafernalia de instrumentos de comunicación. El lenguaje es solo comunicación  y ya no expresión... ojo, que hablo para mí misma. Esta revolución epistemológica, de que conocemos partes de todo, aunque no sea en profundidad, quizás sea un nuevo acomodamiento de la razón razonada a las perlas negras del capitalismo que hace de todo un objeto, y en el cual, el libro es el más frágil, el más ignorado. Es la Cossette de la historia, merde, Los miserables. Pues, como Co
ssette jalo mi trasto, me siento ante la computadora y escribo. Es lo único que me libera de este malestar.

1 commentaire:

Rafael Llimós a dit…

Dentro de 10,000 años no creo que exista la humanidad, y si todavía sobrevive algo de ella, serán algunas comunidades llevando una vida como en la edad media (antes de Gutemberg), una sociedad preindustrial, sin máquinas ni electricidad. En un futuro como ese no creo que existan libros.