Pages

mercredi, avril 18, 2012

Puedo recostar la cabeza...

Puedo recostar la cabeza sobre Venezuela, este país que me mece en su suave vaivén...
llego a mi "selva caraqueña", al olor de sus calles, a su vegetación que acaricia el rostro, y me callo y observo.
Absorbo las lágrimas negras de haber dejado Lima, a mi madre, a mi padre, a mis hermanos, esas manos, esas bocas que me nombran y me dan una existencia.
Cuando llego al aeropuerto, siento enseguida que estoy en otro territorio. Estoy en un país en un instante muy especial, sé que algo está cambiando en el mundo, las cosas no son peores, ni tan mejores, solo que estamos más cerca de ellas, más lejos de la mentira, es una intuición...
La sensación de que lo que siento es auténtico, al llegar al aeropuerto se hace nítida. Hay algo que es inédito: esta población, digan lo que digan otras miradas, oficiales, sordas, ha ganado respeto y dignidad a través de este proceso lleno de desgarros, pero que finalmente está dando una población madura, noble, que nunca más bajará el rostro. ¿me equivoco? espero que no, es lo que percibo constantemente, no puedo mentir...
Entonces siento que puedo recostarme sobre Venezuela...
que escribir tiene sentido, que las palabras dichas, escritas, son la marca de esta experiencia, no son vanas...

luego, mi casa, mi casa y su sombra, su frescor, su confort, su belleza salvaje. Nunca he tenido una casa tan hermosa y, cuando llego, Olivier dentro, me siento feliz de esta paz, en medio de este tejido de pájaros en plena montaña...

Sé que no podré luchar contra el desarraigo, está en mí, no puedo vivir la vida de forma completa, por eso escribo.

Leo a Pasolini echada bajo la gran ventana, la montaña quieta, rumores de voces, un auto, imágenes de Lima, sé que el desarraigo me persigue para siempre, tal vez empieza ese día que parto de Lima para ir a París, hace tiempo... recuerdo ese instante con una intensidad dolorosa. Y leo a Pasolini, un libro gráfico que debo comentar para Babelia:

"pienso que la desesperación es la única reacción posible
la única posible ante la injusticia y la vulgaridad del mundo
pero solo si es individual...

tal vez esa desesperación que siempre me ha acompañado tenga que ver con esta frase, y tal vez, sea aquí, en este país, donde ese despespoir, se calma, se adormece recostado sobre las espaldas de todos, del obrero, de la mujer que trabaja todos los días y tiene derecho a soñar con otra vida. Creo que mi sentimiento de culpa siempre ha sido enorme, pero además de culpa, de frustración y de rabia de no poder esperar nada mejor, de mí, de los demás, sentimiento que disminuye con el tiempo convertido en un estado de gracia,  convencido de que las utopías, los sueños, son importantes.

ganas de escribir, leer, escribir, evocar los instantes de alegría que he vivido, en soledad...  estoy tan incompleta y, sin embargo tan llena de vida, de energía...

encuentro otro fragmento del libro sobre Pasolini:

"el problema es el racismo como cáncer moral  del hombre moderno,
y que al igual que el cáncer tiene infinitas formas
es odio por todo lo que es distinto
por no todo lo que no entra en la norma, y que por eso turba el orden burgués"

No quiero entrar en ninguna norma, ni social ni existencial...

Aucun commentaire: