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mardi, août 09, 2011

¿Por un freudismo de izquierda?

He estado oyendo, y leyendo libros que me han hecho pensar en cosas que ya intuía pero que no lograba ver claras, el hecho de que el psicoanálisis no haya avanzado con nuestro tiempo, sobre todo para interpretar lo que sería una "psicología ligada la género".  La gran crítica que le hacen Simone de Beauvoir, Luce Irigaray, Judith Butler, o Monique Wittig, es que el psicoanálisis ha creado un etiología sobre la mujer ignorando los factores históricos y culturales que entraron en juego, dando lugar a una categoría femenina  que es una prótesis de la masculina, "un sexo que no es uno", o como decía Beauvoir, el que gira en torno al Uno inmanente que hace de nosotras lo mismo, o sea, todas seríamos "hombres en devenir". Lo que se le reprocha al psicoanálisis es no haber considerado (hasta Wilheim Reich, Otto Gross, y tal vez Marcusse) a la sociedad como un elemento importante en lo que concierne a las neurosis y haber pensado que una cura, es siempre una adaptación (o castración mental) a la la cultura, pero nunca una transformación de ella. El "freudismo de izquierda" abandona el diván para dirigirse a la calle, hace trabajo de campo, toma en cuenta que el psicoanálisis no puede ser privilegio de ricos sino que debe estar abierto a trabajadores de clases más populares, que debe reducir su valor de intercambio, que tiene que ser también un "humanismo". Es ahí donde le llueven piedras a Freud y sus seguidores, a Lacan, de rebote, como un analista conservador (de formación clásica) que nunca pensó en una labor social del psicoanálisis, sino que siempre fue, y sigue siendo, una actividad de elite, para gente culta, sobre todo, con dinero.

En muchas cosas que va diciendo Michel Onfray durante sus conferencias de la escuela libre (estas conferencias y debates los da de forma gratuita), que, por más divulgador que sea, tiene las cosas claras, lo que resulta intolerable en el psicoanálisis, es que sea una especie de casta, de  "caciquismo" o mandarinazgo que ejerce un pode concreto, sobre todo, con las mujeres aceptan ser siempre subalternas,  auxiliares, pero nunca, salvo excepciones donde la teoría de Freud (la envidia del pene) ha sido cuestionada, caso Melanie Klein, pero compañeras fieles que no dicen realmente lo que piensan. Si hubo un movimiento de izquierda que pretendió darle al psicoanálisis un carácter más abierto, menos misógino, patriarcal y rezagado, fue con Reich y Gross, pero esos movimientos han sido inmediatamente silenciados por el poder, ¿por qué, habría una derecha en el psicoanálisis y una izquierda, como dice Onfray? Más que derecha o izquierda, a lo mejor sectores más progresistas y libres en su modo de interpretar y trabajar con algunas ideas (la feminidad, es un concepto que debemos construir nosotras, las mujeres) ahora caducadas, y otros que ejercen la ortodoxia y no toleran nuevos vientos.

Pues bien, el psicoanálisis tiene ahora dos vertientes: una conservadora, y la otra revolucionaria.

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