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lundi, mai 16, 2011

La mascarada, la doblez

Ceremonia del adiós, de Simone de Beauvoir, 1979:

A lo largo de toda su vida, Sartre nunca dejó de ponerse en duda; sin desconocer lo que él llamaba "sus intereses ideológicos". No quería estar "alienado", es la razón por la cual siempre eligió "pensar en contra de sí mismo", haciendo un difícil esfuerzo "para romper los huesos en su cabeza".

Este es un fragmento que justifica las ganas incesantes de tratar de entender qué está pasando a nuestro alrededor. La obligación de pensar, pero pensar contra sí, y para los otroas, o incluyendo ese otroa.
¿Percibimos lo mismo que los demás, o hay algo más que logramos ver y estamos obligadas a decirlo?
Estos últimos días han sido cargados, la campaña en contra de la candidatura de Ollanta Humala, candidato de la izquierda nacionalista en el Perú, las dudas que esa palabra "nacionalista" inspira, las ganas de creer en un futuro mejor para mi país, la llegada a Francia, la subida del Frente nacional, las discusiones con las personas en Francia, y la caída de Dominique Strauss Kahn. Hay algo que me ha saltado como una evidencia, al hablar de Francia como un país con experiencia democrática, como un país que también es el mío, afectivamente y concretamente, y he sentido constantemente un desfase,  un desfase entre lo que las personas dicen y lo que sienten, una actitud perfomativa, casi actuada, o actuada por el exterior. Es decir, de pronto el discurso del Frente nacional, xenófobo, racista y violento, anida fácilmente en las cabezas de cientos de franceses que han estudiado, tienen buenas escuelas y viven en un país de un sostenido bienestar (esta año se habla de un crecimiento luego de la crisis). así como en el Perú, muchos peruanos y peruanas se dejan seducir por el discurso radical de Keiko Fujimori o buscan un "chivo expiatorio" a todas sus frustraciones en el discurso de reivindicación social que promete Humala. No es una especificad ni peruana ni francesa, la cerrazón, la xenofobia, la violencia en el pensamiento, es un modo de actuar, de reaccionar, de defenderse. Pero mi gran inquietud es mi idea de la educación ¿por qué si hay educación y hay bienestar la gente decae moralmente, se cierra, se hace impermeable a los demás?  tal vez porque, se trata de un ejercicio constante de saber pensar en contra de sus creencias, de sus valores, de relativizar nuestra posición en el mundo, tal vez, pensar constantemente que somos vulnerables, que nuestra mayor riqueza es interior, no sé, términos que pueden sonar abstractos para algunas personas y que son sin embargo muy concretos.
Francia es una sociedad de bienestar, con tecnología, con servicios, y calidades de vida que consideramos económicamente como señales importantes, pero ¿que ha pasado con su población, con las personas que viven aquí? es como si su mundo interior no hubiese seguido ese desarrollo con la misma rapidez, hay un "no haber sabido adaptarse", a las ideas de solidaridad impuesta por una cotización alta de impuestos, al mestizaje veloz de nuestra época, a los flujos migratorios, es decir, a toda una puesta en duda de una identidad nacional...
Y entonces sucede que toda persona juzga a partir de valores que le ha enseñado la sociedad en los cuáles no siempre sienten haber tenido un rol creativo, han firmado un contrato sin conocer la casa que iban a habitar, llena de extranjeros y de rostros nuevos, no han pasado por experiencias de ese tipo y las acogen in abstracto, casi obligadoas. La sociedad atribuye roles, compensa generosamente recorridos, pero es el discurso (esta idea de Foucault me parece clarísima) la que está produciendo el sujeto, y no la inversa. Es la competitividad de su alienación la que se premia, no tanto su autonomía, sino su rendimiento y su manera de adaptarse a la "sociedad normativa". La persona que habla, que existe, además de hablar como una autómata, no ha generado sus propios valores, no los ha recorrido, o no los ha sentido. Es lo que se me ocurre, incluso con el escándalo del Director del FMI, Dominique Strauss Khan,  a quien se le acusa de violación, agresión y secuestro a una mujer en los Estados Unidos. Toda la prensa francesa habla de la "presunción de inocencia de SK", pero nadie dice nada de la mujer agredida. Strauss Kahn puede ser un político brillante pero si agredió la integridad de una mujer, es un perfecto cretino, y si al principio creí que se trataba de un montaje, las informaciones más recientes parecen confirmar cada vez más que sí fue así. Entonces, no entiendo cómo se puede separar al hombre político, porque solo se habla de eso, de la persona humana, es decir, el fuero privado del público. ¿se puede ser un perfecto cretino en la vida privada y una estrella política, candidato del partido socialista francés a la presidencial en público? ¿por qué las mujeres candidatas son tan indulgentes con este machismo resuelto? Es extraño y me deja pensando, ¿qué está sucediendo,  qué es este juego de máscaras? Nadie, absolutamente casi nadie ha hablado del derecho de esta mujer a ser oída, sino de la humillación francesa, de la pérdida de SK, etc.. si todo el mundo sabía que era un "faldero agresivo", ¿por qué tanto silencio, qué personajes actuamos sin responsabilizarlo, tratándolo como un niño engreído? que si se pasea en Porsche, que si se compra ternos.... Que haya habido un complot de "no se sabe quién" para derrumbarlo, que sea un gesto trágico "a la Zidane" para arruinarse políticamente, me da la impresión que es una forma indulgente y concesiva para tratar de dorar la píldora que nos cuesta tragar: ¿cómo reconocernos en esos gestos? No se trata de convertirse en un tribunal, sino tratar de pensar sobre qué nos justifica como seres pensantes, cómo llegamos a ser todavía humanos, y en qué consiste esa lucha incesante, de  algo "no adquirido". Nadie está al margen de cometer un delito (de ahí que el psicoanálisis tenga cosas qué decirnos), y hay que pelear, pensar contra nosotroas mismoas, aunque nos duela.

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