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lundi, mars 14, 2011

Detenerse

Hay ocasiones en que hay que saber detenerse, bajar la marcha, observar. Saber economizar energías también es importante, sobre todo con aquellas relaciones que no florecen por una falta de dialéctica (para ser dialécticos hay que ser porosos y salir de nuestro solipcismo) que es favorecida por la atención que prestamos a los demás. A veces, el diálogo con los Otroas no fluye, no hay más que solioquios (en una época en que nadie se pone en duda en la torre de babel, salvo los más aventureros) y no tiene sentido forzar el lenguaje, tratar de abrir puertas, hay puertas que se cierran y solo un terremoto las puede abrir. Es una pena, pero solo el peligro inminente nos hace más sensibles, más abiertos, más humildes. Hablando de humildad, yo creo que hay que saber ser humildes con los humildes, y a veces altaneroas con los soberbios. Es, a veces, una forma de dignidad...

Tengo muchas fotos que bajar, cosas que organizar y escribir, y para eso tengo que sedentarizarme por un momento, "echar raíces", como decía Simone Weil, para luego arrancar el árbol de raíz...

2 commentaires:

Pau Llanes a dit…

Sí, entiendo lo que dices, a mi manera…

Por ejemplo, no quiero aturdirme por la escritura y sus urgencias —ay, si cultivara con mayor empeño la paciencia (no la pereza)… Si supiera encontrar la “buena distancia” entre el mundo y la literatura. Encontrar entre las brumas de la imaginación la distancia correcta entre lo real y lo soñado, que vibren al unísono aunque dispares…

¿Debería ser más simple y concreto, mantener la coherencia y el equilibrio de las palabras sobre el abismo del sin sentido? ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo? Vivir, viajar, escribir —tres cuerdas tiene mi guitarra…

Hay que ganar ese punto central desde el cual todo es equidistante, ese centro del universo desde donde divisar el desfile de los acontecimientos sin desfallecer ni rendirse antes de la hora-tsunami. Acompasar el movimiento de los pensamientos, de los ojos, los pies, al ritmo de los paisajes (humanos e inhumanos) apareciendo y desapareciendo, unos tras otros, indolentes; los sucesos encadenados a su agonía, las palabras indecentes sumisas al escándalo de los corazones…

Hay que alcanzar pronto el movimiento psíquico continuo que asegure la inercia del viajero aun en los momentos de mayor tristeza y nostalgia —o cuando nos asalta la tentación de quedarnos por más tiempo, ese desear morar (propietario) deliciosamente insoportable a veces, permanecer en sus brazos por ejemplo… La aventura tiene otros hogares, otros puntos de vista, distintas magnitudes para medir el tiempo, los espacios, la velocidad del aire libre y nuestra sombra; otras imágenes que representar o que la representen.

El viajero místico es un ser errante con sus errores bajo el brazo, indiferente. No está hipnotizado por sus recuerdos ni tampoco obsesionado por lo que luego dejará a su espalda. Su diáspora le fascina tanto como sus abandonos e incomparecencias. El Viajero mira a lo lejos, y desde lejos y en su mirada habita el misterio… (el misterio es su mirada). Desaparecer nos da poder. Mirar adelante, ligereza. Vivir este exilio romántico y exótico es nuestro destino… Ojalá supiera fundir, unir indisolublemente, mi alma, la tierra, a la escritura… (es un decir).

Sigo dando gracias a dios por encontrar de vez en cuando un blog literario como el tuyo. Me anima a volver a escribir. Otra vez quiero ir más lejos o más cerca, partir de nuevo, “ma amie”, sobre la escritura. Viajar a bordo del mundo, a su grupa, bajo sus velas… Quiero escribir de nuevo sobre sus dunas y sus olas, volver a tatuar mis caminatas en la giba de sus montañas y en las hondonadas que llaman valles o vientres, rescatar mis secretos de sus pozos ciegos y beber de sus manantiales escondidos bajo la hojarasca… Inch’Allah…

Volveré…

Pau

Patricia De Souza a dit…

Pau, acabo de escribir esta frase!!: basta con que se establezca una mínima dialéctica con alguien, un instante mínimo en que abandonemos nuestra existencia para unirnos a aquella de los demás, para que todo cobre sentido y sea luminoso"....

Es exactamente como si el mundo fuese una piedra preciosa que brilla en la palma de nuestra mano...