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jeudi, août 13, 2009

Me encanta Annie Erneaux!

Leo La femme gelée, de Annie Erneaux... ya lo había leído, pero en una segunda leída, porque habla mucho de su padre, como yo suelo hablar del mío, y por supuesto, de mi madre, que han sido transformados en personajes, y ya no son lo mismo... encuentro un fragmento sublime:
Mi padre se desesperaba por el más mínimo atraso. Luego, cuando seré suficientemente grande para ir sola por las calles, espiará mi regreso. Un padre bastante mayor, fascinado con tener una hija. Luz amarilla y fija de los recuerdos, atraviesa el patio, con la cabeza agachada a raíz del sol, un tacho bajo el brazo. Tengo cuatro años, él me enseña a ponerme mi abrigo reteniendo las mangas de mi pull-over entre mis puños. Nada más que esas imágenes suaves y de atención. Jefes de familia sin réplica, pretenciosos domésticos, héroes de la guerra o del trabajo, yo los ignoro, he sido la hija de ese hombre.

Mi padre no me ponía ningún abrigo, en Lima nunca hace frío, pero me llevaba a comprar unas botas vaqueras en una tienda del centro de Lima regentada por un italiano, Cúneo, como la ciudad. Eran botas vaqueras que yo enfundaba sobre mis pantalones jeans, sientiéndome toda una cow-girl, porque después eran los viajes inerminables y extraordinarios en camioneta pick-up por la cordillera del Perú, la soledad de esas alturas, ese aire limpio, la calidad de esas imágenes, me han marcado para siempre. Yo también he sido la hija de ese ingeniero civil apasionado con su país, con los viajes y la aventura.

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