Pages

vendredi, mai 08, 2009

Las protecciones

Una de las cosas que inconcientemente pensamos es que cuando hemos estado en contacto con universos armoniosos, no retrocederemos. Por ejemplo, siempre pensaba con superstición inocua que si tengo un libro en el bolso, nada me puede pasar. Nada malo. Ayer, en mi regreso de Chaclacayo, a pesar de mejoras mínimas, reconocí un paisaje (un infierno debería decir) que ya conocía: el de la pobreza extrema. Atravesar esos sectores de Lima que nunca recorres a pie sino en esas infernales "combis" que son el ejemplo más cruel e inhumano del capitalismo desatado, especulativo, ambicioso y amoral (no hay que olvidar que fue Fujimori el que inventó lo de las combis siniestras). Una pesadilla. Paisajes de una miseria inclemente, hombres que saltaban hacia el micro tratando de arrancar un bolso. Una hora antes había estado visitando a mi hermana que es también una víctima de ese caos social que afecta a los más vulnerables. Cómo protegerla? La voluntad no alcanza, solo la asistencia porque por más que ella desee, el sistema, el país donde vive, no le ofrece muchas alternativas y nada puede hacer la voluntad o el empeño o la persistencia. Ciertas cosas se han institucionalizado y gozan de una salud indignante: el desinterés por los más demunidos, el desprecio de cualquier valor que no sea material (los libros, entre ellos)y una especie de cinismo general, terrible. Creo que esta sociedades, tan crueles, son el resultado de un mundo que no sabe qué desea, desesperado e insensible, pero yo, todoas, deseamos pensar que no es un fatalismo. La estupidez, la necedad humana, no puede ser un fatalismo. Igual que Pascal, la apuesta es por creer.

2 commentaires:

Maldoror a dit…

creo que nos hemos acostumbrado al caos, a la anomia, hemos interiorizado el desorden, la injusticia. Muchos hemos nacido en medio del terrorismo, la corrupción, la ineficiencia y muchos han hecho suyo eso, lo toman como parte normal de su vida, tan natural como botar envolturas de dulces por la ventana del carro o ver con pasividad como arranchan el bolso a una anciana o seguir con los brazos cruzados la política nacional...

Patricia De Souza a dit…

Esa es la responsabilidad de todos: el no dejar que una persona se corrompa, se desruya y se desespere por arrancar un bolso. De alguna forma somos todoas responsables porque deberíamos protestar, actuar, hasta que eso cambie.