Pages

mercredi, février 18, 2009

México D.F: La vida soñada de los ángeles

Ayer, aterrizaje en el D.F después de mi aventura en París y la suerte de que me haya servido para conocer gente simpática, el taxista que ayer por la madrugada estuvo puntual para recogerme y que no perdiese mi avión otra vez!! Don Pedro carvalho, ese es su nombre. Un encanto de persona y el de Luthansa, Regis, no me olvido de ellos.

En el D.F hace un clima de primavera: 25 grados. Es decir que es una delicia y aunque tengo jet lag, me encanta estar de nuevo en casa, de encontrarme con Noemí, los vendedores que ya conozco, las librerías de mi barrio, las cafeterías, la ternura de Olivier, y todo lo que empieza a serme familiar, una textura distinta en los colores, en las plantas, los árboles etc... Terminando la biografía de Lou Andréas me doy cuenta de la proximidad en muchas cosas, las intuiciones sobre el origen de las neurosis, algunas ideas me han venido esponáneamente (en diálogo con ella) y las he anotado en un cuaderno, pero las comentaré en otro post, porque no son sencillas, pero sí, estoy muy cerca de su visión vitalista que estaba muy impregnada de la visión nietszchiana de amor fati. Pues sí, yo sé que nunca hay que desdeñar lo que se vive como presente, que todo depende la forma como miremos las cosas y de nuestra capacidad de entrar con contacto con las personas y las cosas... Ahora, estoy en México y tengo miles de cosas en la cabeza, ir a ver las librerías que están en mi barrio, escuchar la radio mexicana por las mañanas, mirar mejor las cosas, escuchar música, descubrir, terminar la corrección de mi novela ne francés,terminar la otra que tengo empezada, ir a una terraza que tengo cerca a escribir mirando la ciudad de México, hacer un salto a Acapulco, ocuparme más y mejor de los míos, Vida silenciosa, escuchar, aprender a expresar la vía escondida de las cosas, he ahí el camino del arte, escribió Di Chirico... exposición que vi y de la que tengo impregadas las huellas... Ah, y antes de ayer logré ir al Quai de Branly, visité la expocisión de fetiches de la Polinesia (en la boutique había un objeto hermoso hecho por indios navajo, aquí, que llamó mi atención), y me encantó... solo una cosa, antes de ir a almorzar con Olivier a Polanco: me doy cuenta de que basta que se rompa un poco las reglas sociales, la rigidez social, para que las personas actúen de otra manera. Lo digo por mi episodio del aeropuerto, sentí mucha necesidad de ser escuchado, hablado, y yo solo hice eso, y ese fue el resultado! Hay mucha soledad en París (en toda sociedad post industrial en las que los roles sociales se han encasillado y hay mucho miedo de perder cierto status) y es una lástima, podría ser mejor y menos solitario el camino.

Aucun commentaire: