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vendredi, septembre 12, 2008

Los cambios

Siempre pienso que los cambios de país, de personas, producen un síntona en el cuerpo. Es conocida esa frase que dice: el cuerpo llega antes que la cabeza. De esa misma manera nos demoramos en digerir experiencias, en saber dónde las colocamos, en resumen, en asimilarlas y hacer de ellas algo armonioso. Ahora que leía el diario El país pensaba en lo que sucede en Bolivia y Venzuela (ambos países han retirado sus embajadores de los Estados Unidos), me suena a que es un momento histórico que José Carlos Mariátegui vio con lucidez: que ciertos regionalismos de América latina, los derrotados en las guerras del XIX, serían la vaga expresión de un malestar, malestar que ahora se siente en Bolivia con esa división entre indigenistas y criollos, que está un poco neutralizada en el Perú, pero que es una bomba de tiempo, porque una sociedad que se funda sobre oprimidos, que son los resabios del colinialismo, termina produciendo brotes violentos. Yo llevo esto al plano individual, porque hay una relación estrecha en esa vocación por un cierto derrotismo, por una profunda falta de confianza en nosotroas y en pensar que podemos caminar soloas y con la cabaeza en alto. Nuestra neurosis derrotista es no creer que podemos salir de la pobreza, que podemos pensar con nuestros propios instrumentos y tiene que ver con esa historia. Incluso en las relaciones privadas, amorosas, de dominado y dominada. Me refiero a las dificultades que se pueden encontrar para establcer una realción valorizante bajo ese paradigma de "subdesarrollado". De todo esto, nace un profundo sentimiento de culpa (algo que hemos cargado sobre nuestras espaldas por mucho tiempo), de ser reponsables de nuestra pobreza y no salir del subdesarrollo. Por qué, porque pienso que la riqueza que se ha acumulado en algunos países siempre ha sido con una cuota altísima, brutal, de pobres en el mundo y que esta será, más allá del populismo de Chávez o la astucia política de Evo Morales, una de las pocas veces en que los humillados y ofendidos digan: basta.
No soy una experta en el tema pero una de las cosas que me sorprenden es la disociación entre un aspecto y otro, las divisiones que no permiten ver le conjunto para poder simplificar las cosas. No, nada es simple y menos salir de la situación en que hemos vivido tanto tiempo. El día en que el planeta se pueda ver como un conjunto de personas de todo tipo de origen, con los mismos derechos, tal vez podamos hablar de una posible humanidad.

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