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mercredi, mai 14, 2008

partida en primera persona

Ahora que escribía un artículo sobre Marguerite Duras, sobre los Cuadernos de la guerra (mañana sale en suplemento Caballo verde de La razón), pensaba en el uso de la primera persona. Ninguna escritura, por más verdadera que pretenda ser, excluye la ficción. Quiero decir que ese Yo siempre se transforma en Otroa cuando se escribe. Es ese desarraigo, ese sacrificio, esa desposesión de la que siempre hablo. Pretender ser objetiva, no impregnarse de la presencia de esa otra persona que nos escucha es atribuirnos un poder divino y solo somos humanos, por lo que nombramos, existimos, con la ayuda de los demás. A no ser que estemos enfermos y nuestro lenguaje nos separe del mundo, como en una fortaleza vacía.

Salgo a tomar desayuno en Barcelona y me pierdo descifrando signos. Quiero decir que me cuesta (no entiendo por qué) sentir que fluyo. A veces me pregunto sino es un rasgo infantil, el sentir esa despersonalización. Todo se me hace afectivo, todo. Observo los tragaluces de los edificios de aquí, con la ropa tendida, los pasadizos, casi siempre oscuros... Hay una opresión, no sé, pero yo lo siento así. Yo siempre quiero tocar la luz, su brillo fatuo, su bondad... Esta noche será Niza, esta ciudad mediterránea que es muy bonita pero que ahora se ha vuelto muy burguesa, muy conservadora, solo que no me quedo allí... Sigo a esa casa medio natal que es la residencia de escritores... En cada movimiento que hacemos, la vida se diluye, toca su punto cero y se vuelve reorganizar. Todos nuestros vínculos, nuestras certezas se ponen en paréntesis. Ese el viaje, la aventura. Es que todos estamos preparadoas para vivirla?

Para terminar, en cada escritura existe esa necesidad que describía Michel Leiris: la de integrarse al cosmos para dejar de ser, aunque sea por unos segundos, un microcosmos solitario alrededor del mundo.

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