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mercredi, mars 05, 2008

La culpa

No conozco a nadie más dotada que yo para la felicidad, Simone de Beauvoir.

Leyendo La fuerza de la edad descubro a una Beauvoir sedienta de experiencias, de conocer, de ver, de escuchar, aprender. Esa febrilidad del movimiento que permite que siempre, siempre, se encuentren cosas. El viaje es la fórmula ideal, por eso siempre la condición de "extranjero", me parece la más humana. Todos esos emigrantes con rostros, culturas y lenguajes distintos que se desplazan para ensanchar nuestro plano semántico y vital.
Disfrutar de un viaje es también sentirse en libertad, no sentirnos mal por ser como somos ni cargar con responsabilidades desconocidas. Mientras caminaba por el parque México se me ocurrió una idea, que no es mía, sino de Camus y su concepto del absurdo. Para mí es esa falla del lenguaje de la cual ya he hablado. Hay un sentimiento de culpa que nos persigue desde el comienzo de nuestras vidas, por la incompletitud de nuestras experiencias que se convierte siempre en un sentimiento de falta, de vacío. Por eso Merseault, en el personaje del Extranjero, encarna esa situación en sus aspecto más trágico, el de desconocerse a tal punto que el sentimiento de culpa, el de no sentir nada por la muerte de su madre, lo lleva inconscientemene a matar en la playa. Nunca sabe por qué hace esto o lo otro, es un prisionero.
Tal vez el lenguaje en su búsqueda de diálogo, de ese pensar de la mano con una especie de hermanoa, nos lleva a liberarnos de ese peso, y por eso es un gesto de generosidad. Recuerdo que Madame de Stael decía de Goethe (a quien conoció en Alemania) que lo que lo caracterizaba era su generosidad en el díálogo. Porque hay un riesgo en tratar de decir cosas, en tratar de nombrar y poner texto, hay un riesgo y es también un don. Tratar de abarcarnos o de recorrernos por medio de la palabra escrita o dicha, nos humaniza, nos pone a la altura de nuestros límites y nos completa de alguna manera. Quizás el reto más importante ahora sea ser íntegroas en ese intercambio de toma de palabra, no temerle a los espacios en blanco, avanzar. Y dar saltos, sin temor al vacío.

Ps: esta noche le entregan el Premio Antonin Artaud a Juan Villoro, en la casa del Embajador de Francia... Me pregunto qué pensaría Artaud de todo eso...

1 commentaire:

Rain (Virginia M.T.) a dit…

La amoralidad y la inmoralidad.
Y cómo reconoicerse en una ética, cómo forjar un destino en el que la generosidad venga de muy dentro, como algo que no se proclama sino que está
interiorizado.



¿Qué diría Artaud? se quedaría posiblemente pasmado un instante. Luego escribiría...