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jeudi, décembre 20, 2007

Transportarse

Los transportes en Lima son un caso aparte. No se parecen a un servicio sino a una tortura. La verdad que no ha habido, ni hay, voluntad política para arreglar ese estado. Ayer pensaba: detesto senir que cualquier placer es un privilegio, porque casi nadie accede a buenos servicios, salvo una minoría. Eso reaviva el conflicto en mí, una enorme frustración y un cierto desasosiego porque no sé si las cosas cambian a la velocidad que se espera. Lo que cambia en nosotroas es la capacidad para dejar pasar ciertas cosas sin una cierta desesperanza. Pasa el tiempo y qué podemos hacer sino pensar que sí, van a cambiar...

Pienso que también sucede con los afectos. Lo que más nos duele es la distancia con las personas que queremos que estén cerca. Lo que sucede es que, a veces, nos vemos empujadoas a renunciar a ciertas personas porque no logramos comunicar con ellas. Es esa puesta a prueba de la capacidad de expresión de nuestro leneguaje... como en Albertine desaparecida, de Proust, que es un análisis de todas las frases que ella dice, de los errores de sentido y de la interpretación... toda una aventura.

1 commentaire:

XIGGIX a dit…

Ja, !el transporte! sí, no sólo es el público, sobre el que ya existen evaluaciones que han demostrado que la mayoría de sus conductores sufren de graves psicopatías, diría, aunque me repita neuróticamente, que el tránsito en general de nuestra ciudad, refleja esa enfermedad en el relacionarnos con el otro; no existen códigos compartidos y, si existen, bien grandotes como el PARE,no importa, pues en el país las reglas están hechas para los otros, el derecho individual se aplica erga omnes, no hay límite entre el de uno y otro semejante; es el estilo de como se ha ejercido el poder, desde el militarismo golpista y chabacano hasta nuestra desorientada "democrácia" en manos de unos civiles con alma de tiranuelos, por más ridícula que sea su porción de poder, nacional, regional, municipal, congresal, etc; esa cultura prepotente y avasalladora es la que predomina en el tránsito, y se podría decir que en más de otras esferas de nuestra sociedad, se podría decir que es nuestro "sabor nacional", cultural, la que nos impregna vertical y horizontalmente integrándonos de una manera malsana; pero bue, ¿cómo podremos erigirnos en
CIUDADANOS? como diría Fito Paez...me confieso incompetente...
Aunque repetiría la frase de Fito, en relación a los afectos, trataría de convencerme que la mejor forma de interpretarlos, sería intentando eliminar la función alegórica en su lenguaje, por una más abierta en el decir; una más grande aventura quizás.