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vendredi, décembre 21, 2007

Presentación




Esa es la presentación del libro de mi amiga querida, Elba... Algunas imágenes...



Recuerdo la primera vez que vi a Elba: estábamos en un curso y a mí me había llamado la atención su forma cálida de comunicar, una atención delicada, porosa, inteligente. Desde entonces, empezó una amistad inmediata entre las dos. Un día me mostró un libro suyo. Estaba en pleno trabajo de recomposición y lo que más me sorprendió, fue la falta de confianza con que se presentaba cuando a mí lo que me parecía es que había ahí un trabajo de escritura: quiero decir, escritura en el sentido escriptural, labrado del texto sobre la superficie, esa cosa que emerge valientemente abriéndose paso entre los escombros de la memoria para mostrarse y hacernos oler su huella, su Rastro, como ha escrito Elba. En ese trabajo de lectura de lo que está escrito, pero que no ha sido todavía revelado, yo veo a una especie de persona invidente que se acerca al alfabeto para leer lo que está inscrito en la superficie. Ese aspecto tactil del texto me parece importante porque Elba es una intuitiva, de un olfato fino que le permite interpretar las cosas que le suceden. Es esa sensibilidad de grano fino la que marca su escritura y es por eso que la llamo escritura. Conozco el trabajo de Elba y sé que también es una forma de supervivencia, de salir a flote en medio de experiencias no siempre unidas sino más bien fragmentadas, es esa necesidad de marcar su experiencia y recuperar ese rastro. En esa búsqueda el lenguaje de Elba se deshace de sus lastres retóricos para tratar de abarcar el sentido, la memoria. Ella lo dice cuando escribe que No sabe de dónde le vienen esas ganas de contar/ o como surgen esos textos fugaces/ en esa aproliferación de luces y de imágenes ella atrapa al vuelo, concentra en la frase, comprime, no estalla, siempre contiene, delicadamente como si dibujase una figura alrededor del texto y creo que de ahí viene el hecho de que ese libro sea un texto diseñado, con imágenes muy bellas, silencios que son el compás del texto, y marcan esos movimientos... Pero también diría que ese contener es como una represa que contiene un mar bravo, de ahí que algunos textos, aparentemente dóciles, pueden mostrar una cierta violencia.
Hay además una vocación por mirar, o quizás por esperar que de esa visión obstinada surja de verdad una imagen completa, la que sea el eslabón perdido en la memoria. Yo leo esa necesidad de querer ver en la oscuridad. Este texto de Elba es muy distinto de los demás, está más ligado a la necesidad de componer una realidad, como rompecabezas, aunque ella delate su intención de contar, porque la narratividad permite, a mi modo de ver, un yo más encarnado y una autobiografía, y sin embargo este es un texto de fragmentos. Entonces aquí yo veo la necesidad de existir en tanto que sujeto, menos hundida en el lenguaje lírico del poema, por eso diría que Rastros es más un texto a la manera de los Paintings de Rimbaud, publicado como Iluminaciones... En esa época Elba estaba en cursos de pintura y esa vocación plástica yo la siento en el texto sobre los conejos: Y ahí estaban/Rendidas/ blandas/ las pieles de los conejos/ secándose al sol/ Vueltas del revés/eran rosadas/casi translúcidas/ Convocaban la caricia.... etc...

La caricia es el pliegue del texto, su lado sensual, la evocación de los sentidos de una inteligencia analítica, memorística en imágenes, y muy plástica, porque también creo este texto es muy plástico, de matices crudos, tenues, como un cuadro de Morandi.
Entonces, Elba, fabuladora, también, sabe que en cada puesta en obra de la propia memoria hay un trabajo de ficción. Ninguna persona es la misma que escribe, es simpre Otra, nueva, recompuesta por el lenguaje. Yo he visto a Elba trabajar sus textos, buscando el silencio, el espacio donde la palabra resuene menos falsa, más verdadera, incluso cuando dice que Se miente sin saber por qué/ es la lengua la que manda/ como los dedos cuando se escribe/ como si una verdad más profunda/ buscase su forma.

La verdad es efímera porque está compuesta de verdades efímeras y estos Rastros también lo son porque son solo esos signos que se crean desde el espacio más íntimo, desde ese mundo interior que Elba nutre con lecturas, paseos, espacios compartidos con las personas que quiere, y que aumentan la porosidad de su lenguaje, su capacidad para ir confeccionando sus textos.

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