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samedi, novembre 17, 2007

Carnets de viajes

Leyendo Viaje a oriente de Gérard de Nerval, estoy segura de que hubiese adorado los blogs. Lo mismo para Kafka, que tenía que anotarlo todo, como una manera de recorrerse constantemente. Me voy a caminar por el mar. Entertanto pinso que es cierto que Francia es un país privilegiado con paisajes muy diferentes, por ejemplo, el día de huelga de trenes, en que viene a Sete a través de Aix en Provence, Arles, y Nimes, ah, la aventura!!! Sylvain, quien compartió conmigo y con otras personas la residencia de Saorge (entre ellos Aramis, bello y pretencioso), me llevó hasta Aix pasando por paisajes de nieve tupida, copos del tamaño de una bola de billar, bosques quemados y luego blancos, después, la Camarga, donde el sol volvió a salir. Halucinante. Otra cosa, mientras hacía mis compras ayer en el centro de Sete, me decía que hay una armonía en todo el funcionamiento de la ciudad, un encuentro que no es forzado ,sino que parece natural , entre el habitante y la ciudad.
Voy a ir a caminar por el mar, encuentro esta frase de Philippe Sollers en un libr suyo titulado Secreto: Una vez que llegues a ese punto, no te preocupes de nada más. La razón no tiene poder aquí. Cuando uno se encuentra con el mar, el mismo hecho de detenerse no existe para ella.
Rumi

Luego, he leído el texto y aunque Sollers es brillante, no llega a tocarme. Qué hace que un escritor sea uno verdadero? No lo sé, tal vez en el hecho de exponerse, en empujar las vigas hasta hacerlas caer. El otro día alguien me dijo, hay tres grandes escritores en Francia, Pascal Quignard, Richard Millet, y Pierre Michon, y me puse contenta por Millet, con quien puedo hablar de frente aunque siempre estemos en desacuerdo. Sucede con Millet lo que sucede con Michon y Quignard, esa especie de apuesta ciega y desesperada por arrancar algo al movimiento continuo de nuestras vidas. como si se desease penetrar algún misterio, sabiendo que no existe. Son los creyentes sin Dios, los desparados, somos desamparados, le dije ayer a Millet y me gusta que me anime a seguir con mi texto en francés, que he dado a Catherine Millet (noe s rar quetengan el mismo apellid sin ser nada?). Pienso con ingenuidad que me va a entender mejor que otra persona, quien sabe, es solo una impresión. Y bueno, poco importa, lo importante es detenerse a mirar el mar.

Después de mirar el mar, un barco que parte a Oriente (a Tánger) y soñar con ese viaje mirando las calas y el Mediterráneo que se golpea suavemente, casi como una caricia... Sí, son afortunados los que tienen el mar cerca. Lima...

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