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mercredi, janvier 31, 2007


Durante el taller que acabo de terminar, algo me ha parecido evidente: que toda persona siente la necesidad de construir un relato armonioso de su vida, que todos aspiran a esa conjunción entre exterior-interior, y que el instrumento es el lenguaje. Sentirse a gusto con las plabras es una manera de moverse en el mundo con libertad, es la única protección contra la neurosis y contra su exacerbación: la violencia. Sin lenguaje, aparece el gesto, que es como una garra frente a la caricia.

Insisto sobre le trabajo de lector, no hay texto que se escriba solo, y la lectura, amplia el registro oxigenándolo. Creo que también es una especie de selección, saber qué nos interesa y qué no, como lo es con las experiencias, las amistades, los amores...

terminé la guía de Venecia del Corto maltés, ganas de ir a esa ciudad que no conozco, pese a que he viajado casi por toda Italia. Me encantaría ir al hotel Danieli, que era donde se hospedaban Prous, George Sand, Dickens, y Balzac... etc... Fragmento de Shakespeare en el CM:


El valor es la estrella de cualquier nave vagabunda, y su valor es ignoto por más que els extante trate de medirla.
En la imagen, el hotel Danieli.

3 commentaires:

Fernando Visbal Uricoechea a dit…

Siempre produce placer leerte...

Fernando Visbal Uricoechea a dit…

Siempre es un placer leerte.

Cereza Martinez a dit…

Vous etes tous de poètes et moi je suis du coté de la mort. En la Paris de 1924, se puso de moda el suicidio. Sí, suena a locura, pero es verdad. Era cool morir en un cuarto de hotel lujoso. Los chicos dejaban cartas y poesías muy locas antes de suicidarse. Algunos ejemplos. Un chico mandó el mismo día de su suicidio un anuncio que fue publicado en el diario: "Jóven pobre, mediocre, 21 años, manos limpias, contraería matrimonio con mujer, 24 cilindros, salud, erotómana o hablando anamita, a ser posible apellidada Vontier. Dirigirse a Jacques Rigault, 73 boulevard du Montparnasse, Paris. Sin domicilio fijo". Los jóvenes se arrojaban de los puentes de a miles, como hormigas. Dejaban extensas cartas a sus familias, burlándose, haciendo chistes. Un anónimo dejó un poema encantador:

mañana, el fin
el fin, mañana
para mañana, el fin
el fin, para mañana
mañana, al fin