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vendredi, décembre 08, 2006

Noche


Los días están irrigados de un sol lejano, como un ojo que contempla desde el cielo. Quiero escribir sobre la noche de ayer y la música, sobre el movimiento de esos cuerpos en el concierto del grupo colombiano “Niche”, sus colores, sus gestos, la falta de pudor, casi total, esa soltura y esa sensación de pertenecer a ese espacio pese a sentirme lejos. Tal vez mi amistad con Millet tenga que ver que compartimos a Beyrouth y a Lima, con Francia al medio: cuando me escribe, siento que hay ese puente entre los dos. Creo que puedo confiarle mi alegría y mi desarraigo al mismo tiempo. Si antes sentía que vivía en un tiempo no conjugado, ahora es el presente del indicativo. Es curioso como el movimiento vital nos empuja. Hoy vi a mi sobrino, Patricio. Tiene 19 años y trabaja y ahorra para su universidad. Es lo que cualquier chico de su edad puede hacer en Europa, pero algo me dolía, creo que el hecho de que tenga que haber asumido responsabilidades de adulto tan joven, con una infancia y una adolescencia cortas, como fue un poco conmigo luego de que mi padre se fue, como lo es con cientos de jóvenes aquí y en el mundo, lo sé, eso no me impide sentir cierta frustración…. La literatura, la belleza me parece fútil por instantes, opaca frente al flujo vital de estas escenas… Trato de leer y deseo estar más afuera, encontrarme cerca de las personas que quiero y devolverles un poco del afecto que me han dado. Siempre, siempre pienso que mi voluntad no alcanza, que se queda pequeña.
Un día escribiré sobre todo esto, cuando me paseo, me digo que todo lo que veo entrará en algún libro, de alguna manera.

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