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vendredi, mai 05, 2006

Levinas


Este es un artículo que he escrito para el diario español La razón, y creo que tiene relación con mi texto, de hecho, la tiene.




En el centenario del nacimiento de Emmanuel Levinas

Comprender la filosofía de Emmanuel Levinas significa encontrar un nuevo significado a lo fundamental, a la búsqueda de la Unidad clásica, él opone la pluralidad de la alteridad, pero sobre todo su aspecto ético. En Levinas el pensar lleva al actuar y por eso su pensamiento es una forma de nuevo humanismo. Este año, en Francia, se celebra el centenario del nacimiento de este pensador nacido en Lituania, quien ha influenciado la fenomenología de Merleau-Ponty, a Jankélevich, y al pensamiento comprometido de Paul Ricoeur. La filosofía de Levinas se sitúa en el cruce de la filosofía fenomenológica y existencial. Fenomenológica porque pone al ser humano como el otro que irrumpe en nuestra subjetividad, y existencial, porque su pensamiento se desarrolla durante hechos dolorosos que marcaron para siempre su experiencia: la Segunda Guerra Mundial en la que Levinas pierde a casi toda su familia, salvo a su esposa y a su hija, refugiadas en Orleáns, en Francia.
El exilio francés de Levinas, marcará su vida. No solo se nacionaliza y escribe en este idioma, sino que su filosofía de la alteridad se nutre de la experiencia del desarraigo, que es cuando encuentra su verdadero humanismo. Es en la distancia, en la pérdida de códigos comunes, culturales, sobre todo linguísticos, que rozamos la experiencia en su totalidad, la experiencia de la confrontación con el Otro.
La cuestión ética está en el centro de la reflexión de Levinas como una filosofía de la acción y el compromiso. Todo empieza con esa aparición del Otro, de su rostro ante nuestra mirada. Ese rostro no es una máscara, es uno humano, es la prohibición del crimen, escribe Levinas en Totalidad e infinito, es el límite de nuestra subjetividad porque la altera y la hace responsable de esa aparición. Ese rostro nos interpela, nos compromete, nos invoca y nos conduce a una acción concreta. Más que una idea de la libertad como una lucha por la autonomía (en el sentido más sartriano, esta elección sería dramática), Levinas nos conduce a pensarla como una forma de responsabilidad. Nuestra libertad se ve comprometida con la existencia de otra persona y se hace más completa. No es la reducción del otro que se nos aparece con un rostro definido a lo “mismo” (a lo que se nos parece), a lo que nosotros mismos somos, sino a su posibilidad infinita de ser, de ahí que su filosofía sea una forma de pensamiento múltiple y abierto. La humanidad consiste en tratar de comprender, en ese esfuerzo de trascendencia de nuestros límites.
Si la religión ha estado muy presente en la formación de Levinas (análisis sobre la cuestión judía, sobre todo, el Talmud ) solo ha sido como una forma de trascendencia. Igual que Simona Weil, la religión es también otro esfuerzo por comprender la complejidad de la experiencia humana. No busco la sabiduría sino la santidad, decía Levinas, a manera de broma a su amigo Maurice Blanchot, para revelar esa parte mística de la vocación por el otro.
Una serie de eventos han empezado desde el 22 de enero en la Biblioteca Nacional de París bajo el título Por un humanismo en el futuro, título sugerente. Proyecciones, coloquios, debates, nuevas ediciones (la biografía de Marie Anne Lescourret y sus Obras Completas son dos de las más importantes) están previstas a lo largo del año. Dos libros imperativos: Totalidad e infinito, ensayo sobre la exterioridad y Más allá del versículo.

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