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vendredi, avril 28, 2006

La realidad y la ficción


Yo no sé si cuando se escribe, se puede tener en cuenta los efectos que pueda causar en el lector un texto. Yo creo que hay autores cuya escritura no se separa de su experiencia, es lo que yo llamo la escritura como huella, como marca o como síntoma. Me doy cuenta, leyendo un libro de un autor francés que ya mencioné, Medhi Beljam Kacem (Vida y muertes de Irene Lepic), que pueden existir las mismas preocupaciones estéticas (y éticas) en distintas partes del mundo. En mi caso, escribir siempre me ha confrontado con un problema de identidad con el lenguaje, con todas su fallas y alienaciones. Por eso, siempre he dicho que escribir es una forma de resistir. Pero más allá de eso, escribir es para mí una forma de hacerme presente, de encarnarme en la escritura, y el proceso en sí, me trasciende. No soy la misma en mis textos, quiere literalmente: Yo es otro, del Poeta Arthur Rimbaud. O la primera frase de las Confesiones de Jean-Jacques Rousseau, si al menos no soy mejor, soy otro. Creo que escribir es una manera de aprender a aceptarse, pero aceptar ese plural que habla en nosotros. Hoy leía un comentario en el diario Le monde sobre un autor que no conozco muy bien, pero que deseo leer, Pierre Guyotat, decía algo que me parece próximo: yo no soy más que un intermediario, una suerte de Messanger. Y yo he usado esa idea para hablar de mi trabajo. Pero también se trata de decir Yo en voz alta, de unir la experiencia fragmentada en el proceso de escritura. La experiencia como mujer, si a los escritores no les inquieta su cuerpo, a mí, sí. Creo que todas mis experiencias, las más terribles, las más intensas, se unen en ese espiral del texto. No es lineal porque la experiencia no lo es, no a mi modo de ver, entonces, experiencia y escritura, cuerpo, soma y escritura, están unidos, son una sola y misma cosa. Ahora, en torno a la escritura en primera persona, yo creo que desde el instante en que decidimos escribir, aparece el tú, el otro, aquel al que nos dirigimos. Esto, me parece obvio. Yo escribo para acercarme de los otros, no para que me quieran, más, no lo creo, sino para que desaparezca esa distancia entre ellos y yo. Guyotat dice otra cosa que me gusta: El otro, quienquiera que sea, se convierte en mi única preocupación. Y aquí me viene la frase de Levinas: El otro es la prohibición del crimen, una frase hermosa. El tú, para mí son esos otros transformados en el proceso de escribir y que dejan de ser personas reales para ser personajes, es decir, seres de ficción. Es por eso que toda aproximación exacta en la realidad con mis personajes me parece arriesgada, arriesgada porque son producto de la imaginación (esto, a propósito de las aproximaciones entre realidad y ficción en mi última novela, Electra en la ciudad, las alusiones a Julio Ramón Ribeyro y José Tola). Creo que el pacto autobiográfico define la verosimilitud de un texto. Si el autor asume que está haciendo una obra autobiográfica y lo declara desde el principio, pero en mi caso, solo trazo la línea vital de mi paso por el mundo sin querer describirme a mí y a mis experiencias, sino asumiendo que solo soy una cadena en ese largo proceso de creación, asumiendo mi pequeñez, aunque me esfuerce en sacarme la máscara y por eso diga Yo. No Ecce Homo sino !Ecce Femina! Cada vez que una escribe, se inventa de nuevo la vida de una misma, los otros se absorben en ese proceso, se trasnforman. Recuerdo que cuando leí Stabat Mater, me puse a pensar, !pobre mi madre si piensa que es ella el personaje! Porque lo es y no lo es, porque ella se había transformado en una figura mitológica de mi pasado a la que yo había querido dar forma escribiendo, y eso pasa con todos los personas que han pasado por mi vida. También pensé: Yo me he inventado el hombre que desearía conocer, una fusión de Igmar Bergman, el pintor Mark Rothko, y el cineasta Jean-Luc Godard. En suma, sin los libros, sin el drama de la ficción, la vida me parecería mucho más aburrida, porque escribo para enriquecerla, por una obsesión estética o tal vez porque no puedo evitarlo, y porque pienso que algo se salva y se preserva en mí cuando escribo, algo se hace espiritual (de todas formas las escrituras en primera persona, a manera de confesión, siempre buscan una absolución, un reconocimiento y tal vez yo he deseado que me reconozcan, en toda la extensión humana de la palabra). Y porque tal vez he pensado que podía salvarme, no sé de quién o de qué, pero de algo, aunque me la juegue en ello y me duela la caída. Al final de cuentas solo soy una mujer, une femme infamme, como decía Ana Karina en Pierrot le fou...

jeudi, avril 27, 2006

Fitzgeraldo


En el libro XI de sus Confesiones, San Agustín se pregunta qué es el tiempo, una noción abstracta que permanece en el interior de nosotros (respecto del valor que damos a las experiencias) y en constante frote con el exterior, la noción de tiempo que nos ha sido dada, osea, la idea progresiva de tiempo, fundada en la visión judeo-cristiana. Para una persona apasionada, el tiempo es la disolución de su deseo, lo que lo confina, lo que inspira muchas veces malestar. Después de ver una película de Herzog, Fiztgeraldo, regresa la misma pregunta sobre qué hace que estemos vivos: la curiosidad, la combustión de la pasión, que no es otra cosa que una forma del deseo. Fitzgeraldo sueña con construir una ópera en Iquitos, todo esto en la época del apogeo del caucho (el oro blanco), y que esta sea ingurada por el tenor más famoso de esa época, Caruso. Las escenas sobre le río Amazonas, con el fonógrafo dejando oír una ópera de Verdi o de Bellini, son extraordinarias. Porque nada transforma la vida sino es el arte y la creencia (al final todo podría ser una creencia incluyendo la muerte) de que la vida se puede transformar. El empecinamiento de este hombre, a la vista de todos, un excénctrico, en dejar que una ópera se realice en medio de la Amazonía, es el reto hombre-naturaleza, hombre-tiempo hombre-espacio, la pasión frente a la realidad. A lo mejor ningún creador sea razonable, ahí su fuerza, ahí si saber hacer y construir en medio de la caída del tiempo. El equivalente ahora sería a lo mejor un concierto de rock en medio de la selva. ¿Y por qué no? No parece imposible... Al final de cuentas nuestra humanidad consiste en seguir creando, y creyendo, en medio de la adversidad o el caos, en esa llama que arde siempre, la que Prometeo robó a los dioses para entregársela a los humanos... La música siempre logra un efecto de trascendencia, un efecto difícil de igualar con otro gesto, de ahí su importancia y su popularidad... Hay algo orgánico que se une a la naturaleza en ella, el movimiento, no sé... pero sí sé que la música siempre ha operado cambios importantes en el interior de mi persona, lavado las heridas, haciéndolas estéticas. Yo no creo que la música haga a nadie sordo, porque lo que enloqueció a Ulyses no era el canto de las sirenas, sino su silencio.

dimanche, avril 23, 2006


Añadir imagenHace unos días pasaron los Amantes de Flore, el nombre viene del café donde se reunían Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir. El telefilm gira en torno a su pacto de no romper la relación y aceptar los amores contingentes como parte de sus vidas. Lo que nos muestran no puede dejar de parecer esterotipado, una Simone Beauvoir demasiado fría en intelctual, un Sartre ambicioso y a veces, cínico. Sé que se paseaba con fajos de billetes en los bolsillos para dar dinero a sus amigos. Es extraño, siempre pienso en el dinero como un valor tan abstracto, tan alejado de las necesidades afectivas y espirituales que nunca he podido comprender cómo se le puede estimar tanto y no comprender, justamente, su contingencia. En el caso de Sartre, obvio que posiblemente sentía lo mismo. Bueno, Beauvoir en el telefilm se la pasaba rascando hojas como un buen Castor, no envejece y siempre está dispuesta a un “encuentro contingente” con un hombre o una mujer, resulta que su primer orgasmo lo tuvo con el escritor norteamericano, Nelson Algreem (no me digan), a quien maltrató un poco, lo justo como para hacerle sentir que lo quería...

mardi, avril 18, 2006


Es impresionante cómo se mezclan los recuerdos en la memoria, de pronto, sentada en la sala de la Residencia, ex monasterio de franciscanos en el siglo XVII, me cuentan que durante la Segunda Guerra mundial estuvo ocupado, luego pasó a una orden italiana, y luego, a los franceses.Una sensación clarísima: la de estar en la pequeña casa-hacienda de mi abuelo materno (Dante) en Cora-Cora. Recuerdo que esa casa (La cabaña) me fascinaba, me gustaba por su austeridad y su olor a leña y cierta luminosidad (que yo asocio a las películas de Bergman). Como el monasterio tiene los muros blancos, eso acentúa la sensación de rememoración. Y esta tarde me puse a leer el diario de Catherine Mansfield, con la chimenea prendida, gracias a las manos de un experto, transportada a los Andes! Y esto, en pleno Valle de la Roya! Creo que esas sensaciones siempre me han acompañado, aunque haya pasado poco tiempo en esos lugares... algún día escribiré sobre eso en primera persona.

Fassbinder

Ayer vi de nuevo la película de Fassbinder, Lili Marleen. Es la historia de una cantante que se hace célebre por esta canción que fascinó al siniestro Fuhrer. Ella amaba a un judío (Giancarlo Giannini) y su amor era imposible, y como era imposible, porque imposible, tuvo que acabar mal: él casado con otra judía, y ella, sola. Tal vez las historias en la vida real se parezcan menos a las de la ficción, cuestión de simetrías. Se está donde y con quién se debe estar. Esa discociación de los amores no correspondidos, o difíciles (al diablo con Kundera), me inspiran cierta duda porque son la imagen sacrificada y judeo-cirstiana del amor. En todo caso el personaje de Fassbinder es encantador. Hanna Schygulla (paréntesis, mi madre me hablaba de una prima suya que se peinaba así, osea que HS, la conocía desde pequeña) es todo un personaje y es agradable verla encarnar un personaje así. La canción, Lili Marleen la escuchaban los soldados mientras se peleaban por la demencia nazi, se convirtió en un símbolo del desarraigo de la guerra y a la cantante en un icono de esa guerra infame. Me quedé pensando en las frases de HS a GG... Mnnnnn

lundi, avril 17, 2006

Niza

Ayer llegué al aeropuerto de Niza, con dirección al Monasterio de Saorge, en el valle de la Roya, donde debo leer unos textos y trabajar (zut!!)... !Qúé tal cambio! Las personas parecen abandonarse a sus deseos, te hablan, te proponen, te interrumpen, pierden la rigidez de París- Siempre los climas definen el carácter de las personas... Por ejemplo, si hay melancolía, es un estado casi parecido a la Saudade portuguesa, un estado que puede ser productivo y no paralizante. Este monasterio está lleno de gente de diferentes partes del mundo. Hay un escocés que escribe cuentos y que no ha leído a Borges (no comments), un francés que hace teatro beckeniano y una pareja que hace teatro experimental, pero que ya se fue. Qué pena, porque tenían un niño precioso, tierno y en plena fascinación por las palabras. Podría aplicarle la fórmula: el hombre se hace hombre cuando habla, pero sería fácil. Lo que me gusta de este niño es su felicidad para ver el mundo. Esta feliz con los animales, los bichos, las lagartijas y las gallinas del monasterio, se nota que en este lugar han habido franciscanos. Si algún día este niño se plantease el problema con el lenguaje (los usos y mentiras de su idioma), le sucedería lo descrito en la Carta a Lord Chandós, de Hommansthal, se quedaría sin palabras. Cuando este niño dice, bonjour! Lo hace con todo su cuerpo y su corazón, bueno, yo también quiero creer en la fuerza del lenguaje y decir, Buenos días, co todas mis fuerzas. Vale, como dicen en España.

jeudi, avril 13, 2006

de Villepin y Godard y Kacen


Bueno, finalmente el Primer Ministro francés, Dominique de Villepin, tuvo que retroceder con su nuevo contrato de prueba para los jóvenes! Una victoria histórica para los derechos sociales. Los jóvenes unidos, jamás serán vencidos (sic). No, de veras, es genial...

En el Beaubourg se espera la llegada de Godard como la llegada de un Dios, Godard, el genio, pero genio rebelde e huidizo. Jean Luc Godard pasó en Lima una temporada porque su tía se había casado con un peruano. La pasó encerrado en su cuarto de Miraflores!! Lo que me fascina de Godard es su juego con el cine, las imágenes, el lenguaje. Godard creo que es un caso aparte, más allá de sus provocaciones. De paso, Weyergans se le parece mucho, ahora que lo pienso.

Medhi Beljan Kacen es un autor francés, talentosísimo solitario, un poco serio. Trabaja como un demente en su casa de campo, no sale nunca, igual a Flaubert que se la pasó encerrado en su casa de Rouen (o Tours, no estoy segura). Lo que me gusta de MBK es que es poliédrico: ensayista, novelista y poeta. Uno de sus ensayos: Afecto, sorprende por sus ideas, su claridad, pero lo que más, más me impresiona, es la pasión y la irreverencia con que defiende sus ideas. Pocas personas se han atrevido a criticar a los Papas de la crítica literaria francesa y él lo ha hecho (Derrida, Barthes, Deleuze). Por supuesto, esto hace de él un autor casi periférico, de culto. Pero eso demuestra que, como decía Godard, si nadie te conoce, las cosas no van tan mal!!!

En la foto, MBK.

La mala educación

Ayer, en un programa de la televisión, francesa, se habló de la situación de las universidades aquí: en la clasificación mundial, !ocupan el número 46! Por la noche asistí a oír una conferencia de Jorge E. Zavaleta, escritor peruano que está de visita en París. Zavaleta habló del problema, casi imposible de resolver, de la educación en el Perú. Las únicas universidades que parecen interesarse por sus estudiantes (invirtiendo dinero en cada uno de ellos) son las norteamericanas. Harvard en primer lugar. De pronto pensé cuáles eran los elementos de valor con que se establecían estas jerarquías: hablaban de una educación destinada a formar personas autónomas, capaces de pensar por sí mismas, capaces de adaptarse al cambio, de ser más humanas y más talentosas en su vida cotidiana, de compartir y construir con los demás, en suma, de valores humanos, o de una educación instrumental, destinada a hacer de nosotros un valor agregado en una sociedad o una empresa. Me refiero a esa acumulación fría de conocimientos que está garantizada con un diploma en una universidad. Es decir, el hecho de poseer información y saber organizarla para aplicarla a una situación concreta es una forma de inteligencia práctica, puesta a servicio de una situación, pero no es lo único que debería dar la educación. La educación podría aspirar a hacernos mejores personas, no tanto expertos en algunas cosas en la prosa del mundo, si no en saber vivir. A lo mejor, con el tiempo, se valorizarán otras cosas, la vida más sencilla, la quietud, la conversación cálida, la vida afectiva no lo sé. Pero las sociedades post-industriales han hecho de la educación un instrumento de éxito social, no personal (y ese podría ser el caso de los Estados Unidos). La soledad del que se sabe poderoso pero solo, es terrifiante (galicismo válido para este caso) , y no creo que ese tipo de éxito sea envidiable, es más seductor para mí, una persona que con la edad ha aprendido de la vida, que ha acumulado sabiduría. De lo contrario, cualquier diploma, cualquier reconocimiento me parece vano.


Ruanda

Esta mañana, entrevista en la radio France Culture a una terapeuta Ruandesa sobre la masacre entre tutsis y hutus (http://www.ub.es/conflictes/conflictes/paisos/rwanda/rw_sint.htm) que se produjo en este país frente a la impasibilidad de la comunidad internacional. 2500 solados de la ONU estaban presentes, pero no se les pidió intervenir. Esta mujer, con una lucidez que me impresionó, dijo algo que es muy cierto. Es un derecho recalamar que esta masacre sea reconocida como una herida que se debe curar con decisiones políticas y humanitarias, pero antes de poder curar la herida, es necesario que el paciente esté en condiciones de hacerlo. Habló de los cientos de niños huérfanos cuyas familias han sido masacradas por los verdugos. Preciso, esta masacre sucedió entre vecinos por cuestiones religiosas y étnicas, por una cosa que es casi imposible entender: qué hace que alguien se ensañe con otra persona de manera tan atroz y con tanto odio? Bueno, esto sucedió el año 1994, no hace mucho, recién ahora se habla dfrancamente y se establecen responsabilidades. Otra cosa que dijo es que la mayorìa de gente ha perdido la noción de la diferencia entre un problema de índole menor y la situación en la que se encuentran los que lograron salvarse de las manos de sus verdugos, sin casa, sin apoyo y completamente traumatizados. El esfuerzo que hacen los mismos ruandeses para poder perdonarse entre ellos, es impresionante. Y es cierto que mucha gente ignora lo que sucedió y tampoco les importa mientras todo ande bien de su lado. Es la indiferencia del que se siente invulnerable, la vanidad del tonto. Hay personas, decía ella, que juzgan más importante el hecho de perder su gato que la vulnerabilidad de un niño ruandés, esto, por las cuestiones de proximidad que funcionan siempre: a mi gato lo veo!. Pero hay que saber trascenderse, diablos! No se puede vivir siempre en el solipcismo. Una buena educación debería favorizar justamente eso, la alteridad, ponerse en el lugar de los otros y sentirse impelido a actuar. La indiferencia y la inercia es un síntoma de malestar espiritual, de desertificación humana, como si las personas estuviesen vacías o fuesen zombies desplazándose por el mundo. Han habido, y hay discurso que denuncia el “victimismo” como una nueva tendencia, esto, para exonerar de cualquier análisis cualquier abuso, cualquier atrocidad, y entonces, nadie opina, nadie se mete, la fiesta continua hasta que se sientan vulnerables o en peligro. ¿Y tiene que ser siempre así?
No!

samedi, avril 08, 2006

El cuerpo de...


Cada vez que veo a una persona corriendo por un parque o haciendo gimnasia. Pienso que el cuerpo se ha convertido en el centro de nuestra existencia. Nos dicen qué cuerpo hay que tener, el cuerpo ideal, el cuerpo deseado. Para empezar, todas las mujeres terminarán pareciéndose a fuerza de modelar sus cuerpos y sus rostros. El cuerpo es ahora el lugar central de la atención (en la época clásica, ver Foucault, fue el lugar de castigo), de las miradas y nada parece más conmovedor que esos cuerpos que se desplazan contentos de estar bien en su piel, ajenos a la decrepitud o la muerte. Esa felicidad siempre me ha conmovido. Pero, el cuerpo o la noción que tenemos de él ha ido evolucionando. Primero, en la época grecolatina, era un cuerpo que se cuidaba, luego, un cuerpo al que se le temía (durante el medioevo) y luego, con el Renacimiento, un cuerpo protagonista, encarnado (pensar en La Gioconda, o Botticelli). Ahora, diría un cuerpo tirano. Un cuerpo que encierra. De ahí que exista una artista francesa, Orlan, que ha hecho de su cuerpo una instalación andante. Ella ha integrado en él todas los excesos de la imposición social y cultural (tiene cuernos!). Por supuesto, un cuerpo es más que un valor agregado, lo que lo hace humano es justamente sus imperfecciones, sus marcas vitales. Recuerdo que una amiga me dijo: nada me conmueve más que ver las plantas de los pies de las personas, proque ahí se lee el tipo de vida que llevan. Pues bien, en esa lotería que es la vida, nadie tendría por qué sentirse prisionera o prisionero de un cuerpo o un color de piel, pero en la práctica sucede así. Supongo que porque los modelos nos vienen desde fuera y porque la alienación es enorme y para que alguien pueda construir su propia noción de belleza, se necesita mucha personalidad, inteligencia y sensibilidad. Nunca he entendido como algunas personas no ven la belleza de las personas del Africa por una cuestión de piel, claro, ahora está de moda Asia, y así, pasaremos a otra moda y luego a otra... Todos la padecemos, pero, assez!basta! enough de tiranías!. Lo importante sería sentirse realmente libre para elegir qué y quién nos gusta. Y sin embargo, no saberlo, justamente esa lucha, hace que surja algo humano. Hay personas que encuentra deplorable el hecho de que una persona se haga cirugía. Pues no, esa también es su humanidad. Y si ahora todas las personas desean parecerse con los rasgos de un actor o actriz de cine es porque lo último que desean es ser responsables de su propio cuerpo puesto que todo el mundo se los señala con el dedo. Guy Debord fue bastante inteligente cuando denunció esta sociedad de consumo, incluso el cuerpo se consume como un producto. Nadie ve la belleza sino es a través de la televisión o la propaganda. Pero la belleza es el ser, o esa cosa que trasciende el cuerpo y que no vemos, la gracia o el encanto. Muy pocos la tenemos, pero sí, sí existen personas realmente hermosas y se necesita un estado de ánimo para contemplarlas. Ahora leía un artículo de un filósofo que decía cómo deberíamos cambiar nuestras sociedades del divertimento exterior, por sociedades del saber ser. Lo decía en el sentido de que existir, no significa estar presentes de manera aparente a los demás (figuración social, éxito, y todas esas baratijas que seducen por su brillo fatuo) sino ante sí mismos, que es lo que importa. Porque un día todos nos moriremos y el cuerpo, sólo ahí, dejará de poseernos.

vendredi, avril 07, 2006

la prótesis


Por fin tengo de nuevo mi computadora y vuelvo a sentirme una persona civilizada. Perdí una parte del disco duro, y fue como si me hubiesen vaceado algo, no sé, una parte interna, íntima. Al final, creo que una computadora es como una prótesis o algo así, una aprende a caminar con ella y si no está, se cojea. O también, pensaba que cuando se es un poco desesperada una se aferra a cualquier objeto, el que sea. Y así la computadora ya no es sólo algo inerte, tiene vida. Pensaba también en esos afectos un tanto neuróticos que mantenemos con las personas que queremos, con la familia, con los hombres, o con los amigos. Seneca decía que todo era affectio, afectación, huella, rastro. Mientras más sensible es la piel, más fácilmente se rasga al contacto con los otros. En su Tratado sobre la melancolía, Robert Burton hablaba de los humores, de los melancólicos, de la vesanía o la bilis, cuando esto se transformaba en cólera. ¿Podremos realmente tener una relación sin conflicto? ¿O es que el conflicto se nutre de esa tensión interna que mantenemos algunas personas por estra presentes de forma íntegra en cada acto, de frente con cada cosa que vivimos? Me gustaría verme como esos personajes sabios, que renuncian a todo, incluso a los afectos, pero Cioran también decía, renunciar no es humano. Y Simone Weil, una de mis filósofas preferidas, que para aceptar algo hay que comprenderlo. Entonces, ¿sino comprendemos qué sucede con nosotros mismos, cómo aceptarnos? El camino es largo, pero tal vez un día terminemos diciendo: Oh, óyeme, he dado tantas vueltas para llegar hasta ti, ¡pero al fin te he encontrado!

mercredi, avril 05, 2006

Ruta

Caminar casi suspendida por la neblina limeña mientras pienso en la persistencia del escritor. La persistencia de Patricia y la negación absoluta a no ser .
Entonces siempre dudar preguntar buscar dudar encontrar sorprenderse, sorprenderse siempre.
Envuelta en esta sensación gris, camino entre los ruidos limeños, los carteles de hombres y mujeres sonrientes ofreciendo su número y una mejor vida ,la voz de la radio el ruido político de mi alucinante país , el viento helado de esta mañana,
Hay que persistir y llegar a la oficina sentarse leer, firmar, escribir, caminar, sobrevivir, hay que buscar la belleza el ritmo de la palabra la música en la que nos envuelve escribir algunas palabras para Patricia para el tiempo que generosamente nos ofrece cada vez que uno entra a su lugar, donde rumores y campanas despiertan nuestro cerebro y encuentras un nuevo cómplice de la imagen , de la palabra ,la absurda palabra cerca muy cerca de nuestro universo.La persistencia

Tatiana Berger

dimanche, avril 02, 2006

Bonnard


Ayer visité la exposicion de Pierre Bonnard en el Museo de arte Moderno de París. La última exposición que pude ver ahí fue la de Giorgio Morandi, pintor italiano con una lectura metafísica de los objetos. Ahora, Bonnard, que siempre me ha conmovido por tener un aire a mi abuelo materno, invitaba a conocerlo. Me toca el hecho de que en uno de los catálogos él dijese que empezó a pintar porque su abuelo le hablaba de su temor a perder completamente la visión. Estaba casi ciego, por lo que le confiaba al nieto sus temores (o su pánico). Todo esto sucede en un lugar de la costa este de Francia, si no me equivoco! Entonces, ahí, sí, comprendo a Bonnard y la luz que sale de sus cuadros; siento con más fuerza ese trabajo con color que sus cuerpos de mujeres desnudas que me dejan impasible.
Y veo la parte de los autoretratos y pienso que esa mirada sobre si mismo, me parece hermosa, humana, o que busca lo humano, lo que hay de más frágil en él, sin vanidad. De la misma manera que nosotros buscamos que alguien vea ese brillo fatuo que sale de nuestro interior y que sólo se muestra en ocasiones, cuando el exterior es poroso y sensible.
Luego están las naturalezas muertas de Bonnard, su luz, su color; su lado vital y luminoso. No se trata de representar la vida, sino de hacer que el arte esté vivo, decía Bonnard. Y es eso lo que se siente, un despliegue de luz y color. Y calor humano. Porque sus pinturas son cálidas, tienen ese sol saturado de la Costa del Sur; como si el ruido de las cigalas, los pájaros carpinterios crepitara en medio de un espeso calor.
Y las fotos de Bonnard, muy mayor, pero siempre creativo. Las manos son enormes, decididas... Reconfortan...

samedi, avril 01, 2006

Sollers

Philippe Sollers, uno de los autores franceses contemporaneos "touche à tout", el único que se auto-publica (en su revista literaria L'infini) y que lo grita a los cuatro vientos (en los corredores de la editorial Gallimard, donde trabaja como editor), es un curioso personaje. Un hombre de una vitalidad sorprendente. Ayer recibí de sus manos (iba a ver a Millet y necesitaba un texto de Sollers mencionado por George Steiner) un número de su revista donde escribe sobre la Aventura de la novela. Evidentemente, toda una aventura, desde el Quijote hasta La Princesa de Clèves, Las relaciones peligrosas, o el mundo de Sade y Bataille. Y no olvidemos a Marcel Proust, quien mando su manuscrito de A la búsqueda del tiempo perdido a Gallimard y recibió una carta de rechazo de André Gide. Los ataques que según Sollers recibió Proust eran variadísimos como una sinfonía, o la atonía de Schomberg?). Iban desde que no habia escrito una verdadera novela si no memorias. La querella fue tan fuerte que alguien comentó: hemos asistido a una pequeña revuelta sobre A la recherche de temps perdu. Sólo las obras de arte tienen el privilegio de conciliar de un solo golpe un centro tan consonante de enemigos".
Voila por lo que concierne a Proust. Sollers habla sobre todo de la relación entre novela y deseo. Quiere decir que el lenguaje como vehículo del deseo; como su expresión más inmediata y más humana. Justamente leyendo a Steiner (sobre la extraterritorialidad) entiendo por qué el lenguaje, y sus alienaciones y perversiones, o sus reglas y sus arbitrariedades, me han parecido siempre una prisión. Hey: libérenme!. Siempre quise eso y nunca he sentido la ingenudiad feliz de ignorar con qué instrumento trabajaba. El deseo, para Sollers, se ha convertido en la divisa más preciada de la sociedad del espectáculo(y cita a su amigo Guy Debord). Todo el mundo dictamina desde afuera cómo, dónde y por qué sentimos deseo. La tiranía de la opinión pública y de los medios de comunicación crea una suerte de sonambulismo que no deja expresarse con libertad. Me explico: para ser alguien debo poseer esto, y lo otro, y estar con tal persona, y ser amiga de... Pero, la pregunta sería: qué deseo yo realmente? Es horrible luchar contra su deseo y el deseo se manifiesta en las palabras, se pervierte, se transforma... en las frases escritas se convierte en algo que aspira tal vez a una cierta trascendencia. Veamos qué dice Sollers: Y sí, el deseo humano es lenguaje, siempre lenguaje. Sin conversaciones equívocas, frases de doble sentido, variaciones de registro y de vocabulario, mezcla de perturbación en los significados, contrariedades, simulaciones, alusiones, no hay deseo, simple funcionamiento.
Bravo!!! Steiner, por su parte, termina defendiendo que la naturaleza humana sólo se define por el lenguaje y que todas las interpretaciones de valor hechas sobre las cosmovisiones de diferentes culturas (las consideradas "primitivas" por Occidente), son siempre arbitrarias. Sin lenguaje, sin lo que implica hablar; el riesgo, que significa formular una frase y sentirse más o menos en identidad (nunca he entendido como los escritores tenemos la arrogancia de pensar que tenemos algo qué "decir") con lo que sentimos. Sin el lenguaje no somos nada, como esos niños autistas en su fortaleza de silencio. Pues, entonces, el deseo, cuando está vivo, late, se pelea y nos trasciende. Sienpre pienso que mientras más conscientes somos de nuestros límites en la formulación (los límites del mundo decía Wittgenstein, son los límites de nuestro lenguaje), mientras más espacio semántico abarquemos con nuestras palabras, habremos ganado algo. Puede ser, y nuestro deseo quedara más libre...
más o menos libre en todo caso...
andiamo, andiamo, a la caza de nuestro deseo.
En medio del marasmo político, en medio de frases huecas y pobres (pienso en el post de Elba) dónde está el deseo, dónde????????