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mardi, mars 07, 2006

Duras


El cuaderno Rosa jaspeado, fue escrito entre 1943-1944, contiene un largo relato autobiográfico en el cuakl Marguerite Duras cuenta sus recuerdos de infancia en Indochina, junto con algunos esbozos de su novela, Barrera contra el Pacífico y relatos publicados en el libro El dolor. Estos escritos serán publicados por el IMEC, en Francia, celebrando 10 años de su muerte.

(...) Además de no poseer encanto y que estaba vestida de una manera por´xima al ridículo, no me distinguía por mi belleza. Era pequeña y mal proporcionada, flaca, acribillada de manchas rojas, agobiada por dos trenzas rojizas que me llegaban hasta lo alto de los muslos (digo trenzas, y convendría decir, cables, por la forma como mi mamá me peinaba tirando de mis cabellos). Estaba quemada por el sol, ya que en la plantación vivíamos siempre en el exterior (y en ese momento la moda de Saigón era tener la piel blanca). Mis trazos, bastante regulares, hubiesen podido pasar por bellos, pero la expresión ingrata, taciturna y obstinada de mi rostro los desnaturalizaba completamente, y no se les remarcaba. Poseía una mirada malévola que mi madre calificaba como “venenosa”. Por ejemplo, cuando encontraba fotos de esa época, en vano buscaba una cierta dulzura en mis trazos, una indulgencia. Las raras amigas de mi madre le decían que llegaría a ser bonita _que tenía bonitos ojos, pero que tenía que llevar lentes porque tenía seguro algo raro, que mi mirada no podía ser natural. Desde pequeña, esa mirada había inspirado comentarios de parte de la mujer del administrados del puesto de Vinh Long donde mi madre enseñaba. En la misa me había volteado para mirarla y parece que mi mirada la había “aterrorizado”. Por bondad, le decía a mi mamá que tenía que hacer algo con mis ojos. Pero mi madre nunca se preocupó, ella sabía que no tenía nada en los ojos, ella, pretendía que tenía una mirada “venenosa”, pero también inteligente. Ella también me decía que era bonita, me decía a escondidas: No te preocupes, tu eres realmente linda. Yo no me preocupaba. Creo que mi madre trataba de persuadirse a sí misma que su hija era bonita. Mi hermano mayor, al contrario de ella, afirmaba perentoriamente: Aparte de mí, fallaste con tus otros dos hijos. Es verdad que él era de una belleza bastante impactante; no lo digo a la ligera, un mes después de su llegada a Cochinchina, se le consideraba el hombre más bello de la colonia. Mi hermano tenía eso de especial, y es que no podía hablar de una mujer hermosa sin decirme: puedes echarte a correr, o decirle a mamá: tu hija puede echarse a correr. Algunas veces se miraba en el espejo y me llamaba: ¿Ya has visto una boca como esta?, me lo decía dibujando la suya. Yo respondía que eso se podía encontrar si se buscaba bien. Pesada, respondía él, puedes echarte a correr.
Nada le daba más pena a mi madre que el hecho de que mi hermano dudase de mi belleza. Es verdad que no tenía dote y la idea de un futuro matrimonio angustiaba a mi madre. Cuando tuve quince años, se habló de eso en casa. Puedes correr, decía mi hermano, a los treinta años, la tendrás todavía en casa. Era un punto sensible que contrariaba mcuho a mi madre: Mañana, si deseo la caso, y con quien quiera. La perspectiva de quedarme solterona, me dejaba fría, la muerte misma, me parecía, comparada con eso, menos terrible. Escuchaba sabiendo que mi madre mentía cuando decía que podía casarme con quien quisiera, pero en el fondo esperaba encontrar a alguien.

En la foto: Duras y su madre.

3 commentaires:

Rain (Virginia M.T.) a dit…

Qué placer, entreveo, halLAS, Patricia, al traducir finas plaabras como las que nos dejas en este palincesto tuyo.


Esa descarnada ironía de Duras me encanta.

Qué bonitos pómulos tenía...

Martín Palma Melena a dit…

Gracias por regalarnos este hermoso texto de Marguerite Duras, quien era muy hermosa, a juzgar por la foto...Comparto la opinión de su madre: podía casarse con quien quisiera...

Saludos

Oscar Pita Grandi a dit…

parece mentira que alguien que hablara tan bien de las relaciones amorosas (sus conflictos y pasiones) no pudiera haber sido feliz en el amor. Hiroshima mon amour es para mí algo de lo mejor que he leído, más por la vocación visual de la obra.
Besos.