Pages

samedi, octobre 22, 2005

MADRE


Madre, hace mucho tiempo que quería escribitre para decir muchas cosas, cosas que nunca me he atrevido a decirte, por ejemplo, cuánto te extraño, cuánto extraño tu presencia, tu voz, tu manera de existir. ¿Qué sucede, mamá, es que cuando digo ese nombre, Madre, me refiero al origen, no lo sé? Lo que sé es que siempre he pensado en ti como si fueras yo, quiero decir, que cuando vivía algo importante, pensaba en cómo las habías vivido tú, pensaba en el amor de una madre, en si este es incondicional, porque conozco muchas teorías sobre el instinto, sobre ese instinto de especie, etc.. ¿y qué nos enseña, el amor se enseña de veras? Pensaba en esas tardes en que íbamos a Cusipata, en un barrio burgués como Chaclacayo, ¿un nombre quechua, verdad? Y en esas correrías, tú con el coche empujando a Rossana, mi hermana, y nosotros detrás de ti, solos, contigo, con tu separación y con tus ganas de seguir siempre Viva, disfrutábamos esos instantes como si fuesen la promesa de un paraíso, el nec plus ultra del placer. Recuerdo esas ocasiones como situaciones especiales, trascendentales, en mi vida. Cosas que me han hecho ser como soy, escribir, a lo mejor, pensar en cómo fue tu historia personal, en cómo pudiste salir sola de todo eso, si por tí misma, o por el amor a tus hijos ( o a ese fantasma de mi padre, querido siempre, pese a todo, al final, el hombre, es el Otro), yo Dante, Miryam Rossana, o simplemente, por un acto de generosidad, sólo porque se vive así, para esos seres que crecen y que ignoran su propia vulnerabilidad y se desea protegerlos, por qué, entonces, madre? Y por qué entonces yo escribo y renuncio a todo lo que me estaba destinado como una mujer, al final, los desclasados, los que vivimos en un trampolín, entendámonos, ¿por qué, yo decidí escribir y nombrar las cosas y tener esta arrogancia que es muy personal pero que tiene que ver con sobrevivir, subsistir con una especie de terquedad, de grito que no soporta el silencio? Yo descrubría tus textos de poesía en el escritorio que había sido de mi padre y te envidiaba, y me decía, ¿qué es esto de escribir, de dejar huella? Seguro, te envidiaba, a mi madre, sin saber que yo también me perdía en ese camino largo de escribir y dejar rastros, mujeres, nosotras. En todo caso esto es también un rastro, una huella, de lo que he vivido y que es yo, y es tú, y es nosotros, es ese plural de la escritura.

Foto: madre y sus hijas.

1 commentaire:

Magda Díaz Morales a dit…

Mi madre fue mi mejor amiga, quizá aun lo sea aunque físicamente ya no esté ya conmigo. Que especiales son las madres, y dicho sea no con ese cliché bobo que la cultura les ha otorgado, sino dicho sea con la mayor objetividad posible. Al leer tu texto no se puede más que ir con la mente hacia nuestros recuerdos... pero duele, duele ese extrañarlas tanto. ´Las madres, algunas madres, no deberían de irse nunca.

Sí, el amor de una madre es incondicional, yo soy madre ahora y así lo vivo y así lo siento, como lo sintió tu mami y lo sintió mi mami, seguramente. Y estoy totalmente convencida de que el amor si se enseña de veras, yo lo aprendí, hasta en sus formas de expresión, de ella, de mi mejor amiga...

Que linda foto, es el amor quien la puebla...