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lundi, août 01, 2005

Juicios y valores


Para responder a una pregunta que me hace un lector. El hecho si los juicios de valor sobre el trabajo de un escritor son absolutos. No, no lo creo. Cada vez se me hace más evidente que nuestro lenguaje está marcado por una serie de elementos que se nos escapan,y que estamos limitados por el propio lenguaje. En este sentido, el lenguaje es la medida de nuestra propia experiencia, pero también la limita (Wittgenstein es uno de los filósofos que han planteado este problema, nuestro lenguaje como límite del mundo) y la aliena. Es por eso que yo veo el trabajo de escribir como un trabajo de desalienación. Foulcault nos ha hecho ver con menos inocencia cuáles son los hilos de poder que se mueven detrás del lenguaje. Entonces, toda apreciación estética tiene que ver con ese entramado que actúa sobre nuestra opinióny la limita siempre. Lo que no podemos ver, queda fuera, digamos. Es decir que ninguna valoración literaria es infalible, sino suceptible de ser comprendida dentro de un contexto. Un ejemplo concreto: tengo la impresión que se vuelve a confiar en la capacidad absoluta del lenguaje de comunicar, pero yo dudo un poco y pienso que sólo podemos actuar en el plano de la creencia, de la apuesta, a la manera de Pascal. Si escribo es porque algo en mí se resiste a pensar que esa acomunicación sea imposible, es un puente que se construye y puede caerse en cualquier momento. Yo diría, como Camille Claudel: reclamo mi libertad a gritos.
Ps: la foto que puse es d Dinard, pero Saint Malo está a la derecha, para los que desean ver mejor, ir a un Atlas...


A continuación pongo la traducción de un fragmento de la última novela de Richard Millet que sale esta primavera en Francia (Le goût des femmes laides, Gallimard). Me interesa el trabajo que hace con ciertos mitos masculinos: la belleza, la potencia sexual, el desarriago a partir de la fealdad, etc. Todo esto lo lleva a practicar una especie de auscultación del propio cuerpo como un síntoma mayor de ese desarriago, a practicar un desprecio de sí mismo que es una forma filosófica de enfrentar el mundo y el “ahora”. Por supuesto, RM practica lo que yo llamo una estrategia para llegar al fondo de sí mismo, aunque esto parezca siempre estar en la periferia...Hummmm... De paso, me doy cuenta que La edad del hombre, de Leiris, merecería una nueva traducción.

No era simplemente feo: era demasiado feo, ese pequeño abverbio que resume una situación que me descubría cada día la inmensidad de lo que me estaba reservado. Tenía que encontrar soluciones que ningún libro ofrecía, ni ninguna boca. Decirme demasiado feo era para les Negre, los padres de Brigitte, una manera de hundir el rostro de su hija en un agua que la habría transfigurado, algo que hubiese correspondido mejor a su rango social, haciéndola sentir orgullosa de llamarse Brigitte: estábamos en la época en que Brigitte Bardot era un mito erótico viviente y se trataba de un homenaje a la actriz el hecho de llevar ese nombre, y también, a lo mejor, para hacer olvidar ese patronímico que no significaba más que negro, como en Lenoir, pero que juzgaban detestable...

(...)

Feo como un piojo, como un sapo, como un culo, como los siete pecados capitales, feo que da miedo, más feo que el diablo, cara de sileno, de gorgona, espantapájaros, Calígula, Quasimodo, caballero de triste figura, monstruo de Frankenstein, cara de Pythre: he conocido la letanía de las metáforas, en Siom, y en otras partes, y he comprendido que no somos feos así nomás, en sí mismos, pero que la fealdad golpea vivamente a los que la observan haciendo que necesiten elementos de comparación para defenderse y tolerarla: una forma de relativizar-una figura de estilo que se trata de inscribir en un contexto más general, por ejemplo, en la gran mitología animal que se nos parece, nosotros, los feos, a una forma de belleza que obedece a las mismas metáforas; feo como un sapo, o bello como un venado se unían en la imposible designación de lo que es exactamente una persona fea o alguien bello. De ahí mi decisión de hablar lo más libremente de mí y de medir a la luz de mi figura los rostros que surgieran alrededor de mí, todos los rostros.

2 commentaires:

Rain (Virginia M.T.) a dit…

Descarnado.
Lo que he leído me ha transnmitido una desnudez intencional.He recordado a Violette Leduc, refiriéndose a su fealdad, mas era como un resentimiento y una pesadez. En cambio, como expresaste en tu post, la voz que traza Richard Millet, se decanta sin el menor atisbo de piedad hacia sí mismo .

Muchas gracias Patricia, por ofrecernos esta traducción que nos introduce al universo de R. Millet.

Oscar Pita Grandi a dit…

Tienes que jugarnos el texto completo, Patty; si no, cómo accederíamos desde Lima la poluta a él. Tentador. Eso es lo que es, y también provocador.